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Gustav Iden es, sin duda, el triatleta del año. Así lo acredita su primer puesto en el ranking de la PTO (Organización de Triatletas Profesionales), fruto de los resultados que ha cosechado en los últimos meses. En diciembre de 2020 ya se impuso en el Mundial que la propia PTO organizó en Daytona (Florida, EE.UU.). En verano, acabó 8º en los Juegos de Tokio. En septiembre, conquistó el Campeonato del Mundo 70.3 en St. George, revalidando el título que ganó en 2019 en Niza. Y ha cerrado la temporada con una exhibición histórica en el que era su debut en la larga distancia en el IRONMAN de Florida.
El legendario Mark Allen, seis veces ganador en Kona, o Lionel Sanders, subcampeón en Hawaii en 2017, dicen de él que es el presente y el futuro del triatlón, y que se ha convertido en el rival a batir también en formato IRONMAN.
La eclosión del joven triatleta noruego, de tan 25 años, se ha producido en muy poco tiempo. De hecho, en el Mundial 70.3 de Niza de 2019, decidió usar su vieja bicicleta de carretera con acoples porque su 'cabra', que él mismo se compró, no estaba a la altura (en ese momento no tenía patrocinador que le proporcionara una de contrarreloj). Además, en el último momento se olvidó de llevarse su propia nutrición y tuvo que recurrir únicamente a los puntos de avituallamiento de la carrera... se le salió la cadena y tuvo que pararse unos segundos para volver a ponerla... y el día antes de la competición publicó una historia en su cuenta de Instagram para ver si alguien podía prestarle un casco aerodinámico porque el suyo estaba dañado.
A pesar de todos estos contratiempos, se proclamó campeón del mundo en la prueba con más nivel de la historia, superando a Alistair Brownlee, Javier Gómez Noya, Sebastian Kienle o su compatriota Kristian Blummenfelt. Y lo hizo con su vieja bici de ruta... y con un gorra que tiene historia.
Al parecer, se la encontró por casualidad en un viaje a Japón. Y la usó en el Mundial de Niza porque iba cómodo con ella. Lo que no sabía es lo que significaban los signos que llevaba: la denominación de un famoso templo de Taiwán. La foto del noruego entrando en meta con ella llegó hasta allí. En poco tiempo, el templo, casi siempre vacío, se inundó de peregrinos, fanáticos del triatlón que querían hacerse con una gorra igual. Se vendieron decenas de miles de ejemplares.
Hasta el gobierno le invitó a visitar el país, donde Iden fue recibido como una auténtica estrella, y donde firmó un acuerdo con Giant, con sede precisamente en Taiwán. "Estoy emocionado de unir fuerzas con Giant. Mi gran objetivo ahora es lograr un gran resultado en los Juegos Olímpicos de 2020. Me encantaría también hacer larga distancia y competir en IRONMAN. Intentaré, aunque sé que es muy difícil, ganar en Kona algún día", explicaba el noruego tras rubricar uno de los mejores contratos de la historia del triatlon.
El bueno de Gustav, que desayuna pizza y Coca-Cola antes de los entrenos fuertes, no se ha seperado de su "gorra de la suerte", pues se ha convertido en su talismán, como ha confesado en las redes sociales.
"¿Quieres saber algo que es un completa locura? Nunca he perdido ninguna carrera con mi gorra de la suerte. He usado la gorra del templo taiwanés en seis carreras durante los últimos dos años. He ganado todas. Si no llevo la gorra, no gano. Realmente no creo en la suerte. Creo en la confianza. Pero no me importa de dónde viene la confianza", explica Iden, que acompaña la publicación con su momento triunfal en cada una de esas seis pruebas ganadas... 'con la gorra': Mundial 70.3 de Niza, Mundial PTO de Daytona, Mundial 70.3 de St. George, Triatlón de Ratingen, Collins Cup y IRONMAN de Florida.
