Fue seleccionado para competir en los Juegos de Tokio solo un mes antes de la prueba. La decisión de la Federación Británica de Triatlón no fue, ni mucho menos, fácil. Se decantó por él en detrimento de Alistair Brownlee, doble oro olímpico (Londres 2012 y Río 2016). Pero la apuesta le salió bien... muy bien...
Alex Yee, de 23 años, les correspondió con dos medallas, la plata en la prueba individual (sólo superado por el noruego Kristian Blummenfelt) y el oro en los relevos mixtos. Un resultado extraordinario que ni él mismo se esperaba a tenor del contenido de sus últimas declaraciones en Radio 1 Newsbeat.
"No me sentía digno de estar en la línea de salida. Sufría una forma leve del síndrome del impostor cuando empecé a competir como profesional", explica Alex Yee.
El síndrome del impostor, a veces llamado síndrome del fraude, es un trastorno psicológico que afecta a personas exitosas que son incapaces de asimilar sus logros.
"Definitivamente, luché en ese momento por recobrar la autoestima que se requiere para ser un deportista de élite. Tuve que afrontar algunas conversaciones difíciles y mucho trabajo para darme cuenta de que era digno de estar allí", confiesa la joven perla del triatlón británico, que, con la última posta, le dio el primer oro de la historia a su selección en el estreno olímpico de la prueba de relevos mixtos.
"Recuerdo estar parado en la línea de salida pensando: 'Tengo que hacerlo por estos muchachos'. Esa es probablemente la mayor presión que he sentido en mi vida. Me alegro de haber podido dar un paso al frente. Estoy en la luna", asegura Yee, que se presentó en Tokio solo tres años después de competir en su primer triatlón de distancia olímpica, tras haber representado a Gran Bretaña en los 10.000 m en el Campeonato de Europa de Atletismo en 2018. Por entonces, ya entrenaba con el grupo de Jonny y Alistair Brownlee, en la ciudad natal de éstos, en Leeds.
"Me demostró que sólo son humanos y que las cosas son realmente posibles si sigues trabajando duro", sentencia el triatleta británico.
"No sé cuánto tardaré en asimilar todo esto. No voy a cambiar. Solo quiero seguir igual: hacer el mismo entrenamiento, trabajar duro, desayunar el mismo desayuno, ver la misma televisión basura por las noches", aclara Yee, que en su estreno en el triatlón de élite, en junio de 2017, sufrió una durísima caída en la Copa del Mundo de Cagliari (Italia) que puso en duda su futuro en el deporte de alto nivel.
"Me obligaron a salirme de la carretera y choqué contra un bolardo de hormigón. Sufrí algunas lesiones bastante graves. No estaba claro si alguna vez volvería al deporte de élite o incluso a entrenar. Me siento realmente afortunado. Si alguna vez estoy cansado, siempre pienso en esos momentos. Te da ese impulso extra y una razón adicional para seguir haciendo lo que amo"...