Youri Keulen, de 25 años, 12º del ranking de la PTO (Organización de Triatletas Profesionales), se ha hecho este domingo con la victoria en la segunda prueba del T100 World Triathlon Tour que se ha disputado en Singapur (2 km de natación, 80 km de bici y 18 km de carrera a pie), bajo unas durísimas condiciones de calor y humedad. Sólo hay que ver cómo acabó el propio ganador, tirado en el suelo completamente exhausto y trasladado en silla de ruedas para recibir asistencia médica.
El neerlandés, que ya fue 4º en la cita inaugural de Miami el pasado 9 de marzo, lanzó su ataque en el segmento de ciclismo, para llegar a la segunda transición con una ventaja superior al minuto sobre el grupo de favoritos, con el británico Alistair Brownlee, el belga Pieter Heemeryck, el alemán Mika Noodt, el neozelandés Kyle Smith y el polaco Kacper Stepniak.
Para entonces, el francés Sam Laidlow, vigente campeón del mundo IRONMAN, ya se había retirado. El mayor de los Brownlee tampoco acabó la carrera.
Así las cosas, Keulen, campeón en 2023 de las pruebas Challenge de Barcelona y Mallorca, aguantó en cabeza hasta la meta, manteniendo a raya tanto a Long, que repitió la plata que obtuvo en Miami con otra gran remontada a pie, como a Heemeryck, que completó el podio.
"¿PUEDE ALGUIEN COGER MI MANO?"
Como decíamos, Keulen acabó la prueba completamente exhausto. En cuanto cruzó la línea de meta, se vino abajo. Ni siquiera recuerda cómo fue el último kilómetros, tal y como reconoce en una entrevista en tri-today.com.
Tirado en el suelo, le preguntan si precisa atención médica. Él afirma con un leve gesto de la cabeza. Además, reclama que alguien le coja la mano para añadir: "Puedo sentir el latido de mi corazón". La persona de la organización que le atiende en esos primeros momentos le pide que siga hablando, al mismo tiempo que solicita la presencia de los sanitarios, que rápidamente aparecen con una silla de ruedas para llevarse al triatleta...
"Le dije a mi entrenador que ganaría aunque terminara en la ambulancia"
Tras recibir un litro y medio de suero por vía intravenosa y permanecer en un baño de hielo durante treinta minutos, el neerlandés fue sintiéndose mejor.
“Estoy totalmente destruido, pero también lo más orgulloso posible. Estoy inmensamente orgulloso de mi equipo y de la gente que me rodea. De hecho, me cuesta mucho darme cuenta exactamente de lo que pasó", explica Keulen
“No era mi intención marcharme en solitario. Sólo quería acelerar el ritmo, que era demasiado lento, porque no quería empezar a correr con Jason West o ser alcanzado por Sam Long. Cuando miré hacia atrás, nadie parecía estar siguiéndome. Luego ya no pude volver atrás: la carrera simplemente se desarrolló de esa manera", aclara.
"Según mi medidor de potencia y mi monitor de frecuencia cardíaca, no hice nada especial. Creo que los demás esperaron demasiado. De repente tuvieron que cerrar un minuto y eso casi no es factible en estas condiciones extremas. En las dos primeras vueltas a pie tuve un control increíble, pero la última vuelta fue un infierno. Así que comencé a fijarme metas intermedias para poder acabar. Me aferré al pensamiento: Correré lo más fuerte que pueda; y si me cogen, que así sea", relata el neerlandés.
