Cuando el viaje hasta el lugar donde se disputa tu próximo triatlón dura más que la propia carrera (por ejemplo, si tienes pensado competir algún año en Hawaii o en alguna otra prueba de larga distancia que exija un vuelo de varias horas), debes tener en cuenta una serie de recomendaciones para minimizar el estrés físico y mental que inevitablemente conlleva el hecho de pasar tanto tiempo en el avión.
Entre los cambios de zona horaria, el nuevo entorno y la carga emocional de la inminente competición, viajar es una fuente de estrés hormonal significativo, similar a un día duro de entrenamiento.
Daniela Ryf, tricampeona del mundo Ironman y Ironman 70.3, cuida hasta en el más mínimo detalle la planificación de estos desplazamientos ‘maratonianos’.
"En Kona hay una diferencia horario de 12 horas con respecto a Suiza, y con el calor y la humedad, necesito tiempo para adaptarme totalmente. Así que me gusta llegar 12 días antes del Mundial Ironman", explica.
Sebastian Kienle también prefiere llegar pronto al lugar de la competición, no solo para adaptarse al cambio horario, sino también para conocer lo que le espera. "Me gusta verificar la carrera y las condiciones del sitio. Si tengo la opción de hacer un buen entrenamiento allí, entonces me gusta llegar con tiempo”, asegura el campeón del mundo Ironman en 2014. Para una carrera en el continente americano, por lo general, llega entre siete y ocho días antes del evento. Si viaja a Australia, lo hace con dos semanas de antelación.
“No siempre se puede llegar al lugar de la carrera semanas o incluso días antes, pero hay algunas cosas que se pueden hacer para reducir el estrés en el cuerpo después de un largo vuelo. Personalmente, trato de hacer que mi asiento en la cabina sea tan cómodo para dormir como sea posible. Para viajes largos, me gusta llevar: auriculares con cancelación de ruido, una máscara para los ojos, tapones para los oídos, una almohada para el cuello y una botella de agua”, añade Kienle.
Ryf confiesa que cuando era más joven solía tomar una pastilla para dormir, pero descubrió que le producía mayor cansancio al llegar: "Hoy en día, como la mayor cantidad de proteína que puedo, evito tomar demasiados carbohidratos. Y si cojo un vuelo nocturno, también tomo una copa de vino", asegura la triatleta suiza, que también suele llevar tabletas de electrolitos para agregar al agua servida en el avión y asegurar que no se deshidrata en la cabina presurizada.
Los hábitos de Kienle a bordo son bastante similares a los de Ryf. Señala que si quiere mantenerse despierto, come más proteínas, pero si necesita dormir, opta por más carbohidratos: "Si tengo sueño, también bebo una copa de vino para ayudarme a dormir un poco", comenta.
Tanto Ryf como Kienle ajustan sus relojes a la nueva zona horaria tan pronto como suben al avión. Kienle dice que adopta cuanto antes los hábitos de la nueva zona horaria. "Si ya es por la mañana en mi lugar de destino pero despegamos por la noche, intento mantenerme despierto para poder ajustarme directamente a la zona horaria". También trata de comer y beber a la hora del día en que lo haría en su lugar de destino.
En el caso de Ryf, sigue con su rutina y ritmo habituales si vuela a algún lugar como Sudáfrica (mismo horario que Europa), pero prioriza el sueño en el vuelo si viaja más lejos, por ejemplo, a Australia. "Quiero llegar allí lo más relajada posible. Así que hago un entreno antes de subir al avión. Nadar realmente ayuda, ya que te produce sueño. Como la mayor cantidad de proteína que puedo, evito demasiados carbohidratos y, si tengo un vuelo nocturno, también tomo una copa de vino".
Además, está el ‘estrés estructural’ al pasar muchas horas en la misma posición. Kienle trata de mitigar algo esta rigidez con una pelota de golf, que usa para masajear sus pies y otras zonas durante el viaje.
Ambos triatletas apuestan por un poco de ejercicio ligero inmediatamente después de llegar. Ryf dice que normalmente da un paseo o nada para relajarse y hacer que la sangre fluya; Kienle, también: "Tan pronto como llego, trato de hacer una breve sesión de entrenamiento. Sólo media hora ó 45 minutos para estirar las piernas un poco".