Un nadador debe trabajar de manera paralela la movilidad articular y elasticidad muscular de todo el cuerpo, pero especialmente de los hombros y los tobillos. En el estilo crol un mayor ROM (rango de movimiento articular) de estas articulaciones posibilita aproximarse a la realización técnica correcta y permite desplazarse en el agua de una manera más hidrodinámica, por ende, con una mayor eficiencia de nado.
Unas articulaciones más móviles van a permitir realizar el gesto técnico con una mayor amplitud, sin limitaciones y reducir las resistencias que ofrece al cuerpo del nadador al avance, lo que supone un menor gasto energético. Un tobillo más flexible permite al nadador de crol realizar el movimiento equilibrador de piernas de una manera eficaz, más próximo al gesto técnico idóneo permitiendo disponer el cuerpo en una posición hidrodinámica, pero también logrando un movimiento eficiente.
Un binomio de resultados que, por un lado, permita un movimiento que ayude a reducir la resistencia frontal al avance y, por otro, una mayor eficiencia energética al requerir menos esfuerzo para lograr este objetivo.
Una disposición poco favorable del tobillo, esto es, con un menor rango en extensión, afecta negativamente a la hidrodinámica. Piensa en que el nadador a crol, al desplazarse en una posición ventral, el hecho de tener los tobillos con cierto grado de flexión supone un importante freno al avance. Además, a menor grado de extensión de tobillo menor es la superficie propulsiva del empeine. Incluir en los entrenamientos de natación ejercicios para aumentar el ROM del tobillo en extensión, con ejercicios como el sentarse sobre los empeines forzando la posición de flexión plantar con los tobillos girados hacia adentro o utilizar aletas, tienen sus beneficios en este sentido.
Pero por sí misma esa flexibilidad no resulta eficiente si no va acompañada de una óptima coordinación de los movimientos que afectan a la musculatura de la cadera, rodilla y tobillo a la hora de lograr un buen batido. Un batido sin la coordinación necesaria es rígido y carece de la armonía y fluidez en la contracción y relajación de la musculatura. Ese “flow” es necesario para que el batido sea eficiente, lograr mejorar la posición hidrodinámica y reducir las resistencias. Una vez más la clave no solo está en hacer ejercicios de flexibilidad de tobillo y muchos metros de batido en el agua sino hacerlos bien, prestando atención a la realización del gesto técnico.
Para ello se necesita involucrar al SNC (sistema nervioso central), requiriendo la implicación consciente del cerebro para contraer y relajar la musculatura flexo extensora de la cadera, rodilla y tobillo de forma coordinada, esforzándose en cada patada por mejorar la eficacia del movimiento.
El trabajo de técnica del batido de piernas en diferentes posiciones, incluir ejercicios de contraste superficial y profundo, con diferentes tipos de longitud y dureza de aletas, desplazando el cuerpo en posición ventral, dorsal y lateral, así como coordinar diferentes batidos 2, 4, 6, por ciclo de brazos, facilitará el movimiento coordinado de la musculatura que flexiona y extiende las caderas, rodillas y logra la propulsión a través del empeine de una manera armonio- sa. El objetivo no debe ser propulsar sino lograr que el movimiento gane en eficiencia, lograr ese efecto “látigo” que logre transmitir la fuerza de la musculatura de las piernas al apoyo de presión de los empeines sobre el agua en total extensión. Esta mejora coordinativa permitirá elevar las piernas a la superficie y reducir proporcionalmente a su posición horizontalizada las resistencias frontal y de succión. Para ello resulta de utilidad batir con aletas de diferentes longitudes porque además de favorecer la extensión de la articulación del tobillo permiten una buena transferencia del gesto técnico al nadar sin ellas, en especial las de pala corta.
El entreno técnico del movimiento de piernas logrará una mejor disposición corporal si posteriormente se facilita la transferencia de forma coordinada con la acción propulsiva de los brazos.
También la posición de la cabeza durante el nado tiene su influencia en la posición de las piernas, tratar de bajarla mirando al suelo favorece por acción-reacción que las piernas se eleven y mejore su disposición.
Como ves, no es cuestión solo de flexibilidad sino también de coordinación muscular para lograr la ansiada eficiencia de nado. Mediante la realización de variados ejercicios tanto fuera como dentro del agua, batiendo de diferentes formas y con diferentes aletas logran un enriquecimiento neuromuscular que permite además de la mejora del ROM de la articulación del tobillo que tu batido de piernas vaya ganando en eficacia y en eficiencia.