Los peligros de nadar en aguas demasiado calientes

Las altas temperaturas también deben tenerse muy en cuenta cuando hablamos de natación.

Maribel Blanco / foto: Delly Carr / ITU

Los peligros de nadar en aguas demasiado calientes
Los peligros de nadar en aguas demasiado calientes

Va a pasar mucho tiempo para que olvidemos los impactantes minutos finales de Jonathan Brownlee en la Final de las Series Mundiales en Cozumel en 2016. Tambaleante e incapaz de mantener la verticalidad, el triatleta británico sobrepasó todos los límites fisiológicos debido al calor.

La zona de alto riesgo para la salud en la que entró Johnny fue el resultado de afrontar una prueba de la máxima exigencia en unas condiciones ambientales extremas. Dado que el desvanecimiento se produjo en los últimos metros, podría pensarse que todo se debió al segmento de carrera a pie. Esta aproximación sería errónea puesto que dejaría sin valorar el efecto acumulado que supuso para su cuerpo tanto el ciclismo como la natación.

De hecho, la natación fue el momento de máxima temperatura ambiental durante la prueba. Tan es así que la ITU en previsión de las altas temperaturas retrasó la hora de salida de las 15:00 a las 16:30, tratando de evitar la intensidad solar durante la carrera a pie.

Pese a todo, la temperatura ambiental alcanzaba los 31ºC, que se sumaban a una humedad por encima del 80%. La suma generaba un entorno hostil para la práctica deportiva por leve que fuera. Sin embargo, el problema para los triatletas se encontraba dentro del agua.

Cuando se habla de condiciones extremas en la natación generalmente se hace referencia a las bajas temperaturas del agua, al oleaje o las corrientes. Como suele decirse, los extremos se tocan y en este caso el axioma se cumple, ya que los riesgos de producen tanto a bajas como a altas temperaturas. Hablamos que el rango de confort de nado es muy estrecho, entre 21º y 25º. A partir de esas temperatura cada grado por encima o por debajo dan lugar a problemas que el cuerpo del nadador debe afrontar y buscar las adaptaciones fisiológicas precisas.

Los límites establecidos por la Federación Española de Natación para la práctica de la natación en aguas abiertas son de 16º y de 31ºC, Cifras de por sí extremas que no están exentas de polémicas, ya que hay estudios que atestiguan efectos fisiológicos adversos antes de la llegada de los mismas.

También se considera la combinación de temperatura ambiental elevada y la del agua, estableciéndose, según la FINA, un límite máximo de 63ºC para la suma de ambas. Como vemos, las altas temperaturas se tienen muy en cuenta cuando hablamos de natación en aguas abiertas.

Riesgos de las altas temperaturas

Cuando el nadador entrena en una piscina con una temperatura por encima de lo normal (1 ó 2 grados) rápidamente percibe síntomas de acaloramiento. De continuar el entreno, los nadadores tienen que salir del agua para refrescarse y beber agua fría ya que de lo contrario puede resultar imposible llegar al final del mismo.

Como ya sabemos, el mecanismo fundamental de termorregulación en el cuerpo humano es el sudor. Cuando la temperatura circundante es superior, la tasa de sudor aumenta y con ella la perdida de líquidos y electrolitos. Al desequilibrio hídrico se suma la incapacidad de evitar el aumento progresivo de la temperatura dentro del cuerpo. De persistir la situación, los órganos comienzan a resentirse y empiezan los primeros cuadros clínicos, como el estrés por calor. De no revertir, entraríamos en el más peligroso golpe de calor que se da al alcanzar los 40.6 ºC, donde se corre el riesgo de fallos sistémicos y la entrada en coma. El siguiente paso es la muerte. Desafortunadamente, esta situación ya se ha dado y el caso más conocido de nadador de alta competición fue el norteamericano Fran Crippen en los 10 km de la prueba celebrada en 2010 en los Emiratos Árabes.

En el agua no somos conscientes del sudor corporal y de hecho en condiciones normales de temperatura del agua, es un aliado ya que permite evacuar el calor que generamos mejor que el aire. Sin embargo, ese efecto beneficioso del agua se vuelve en nuestra contra al aumentar los grados de la misma. La termorregulación hacia fuera ya no es posible y, peor aún, el entorno se vuelve el foco de calor. Doble problema.

El problema se acrecienta con la intensidad. A velocidades mayores el cuerpo genera más calor que debe evacuar. Es decir, en situaciones así es mejor bajar el ritmo para evitar producir más calor interno.

A continuación os recojo los efectos más habituales del nado en aguas demasiado calientes: deshidratación, desequilibrio electrolítico, aumento del metabolismo, fatiga severa, arritmias, aumento de la frecuencia cardiaca, dolor de cabeza, vómitos, calambres musculares y síncope.

Ante cualquiera de estos síntomas, debemos bajar el ritmo de nado y buscar refrescarnos e hidratarnos con bebidas frías. Esto último es algo que deberemos haber hecho antes de empezar el nado.

En Cozumel los triatletas tuvieron que afrontar una natación a 28º, lo cual les supuso salir con una temperatura corporal más alta de lo normal y que tuvo su continuidad durante el resto de la prueba. Lo que pasó después ya lo conocemos y servirá de recordatorio para ser todo lo precavidos que podamos en situaciones similares.

Habitualmente, los triatletas somos conscientes de los rigores ambientales durante la práctica del TRI. Nuestro gran referente es Hawaii, precisamente por sus condiciones de dureza extrema derivadas de las altas temperaturas. Correr allí se compara con hacerlo dentro de una sauna. ¿Has pensado alguna vez en nadar en un spa a ritmo de competición?