El deportista extremo Ross Edgley, de 32 años, sigue poniéndose retos, en apariencia, imposibles...
Le hemos visto hacer un maratón tirando de un coche de 1.400 kilos, subir por una cuerda la distancia equivalente a la altura del Everest (8.848 metros), completar 30 maratones en 30 días o hacer un triatlón arrastrando un tronco...
Precisamente, su peculiar 'mochila' en ese triatlón –un tronco de 45 kg– ha vuelto a acompañarle en su último desafío: nadar desde Santa Lucía a Martinica, dos islas del Caribe separadas por casi 40 kilómetros en línea recta... y plagadas de tiburones.
En principio, Edgley había planeado cruzar el Canal de la Mancha. Sin embargo, no obtuvo los permisos exigidos y se decantó por la travesía entra las dos islas caribeñas.
El deportista británico había hecho los deberes, nadando a modo de entrenamiento –tronco incluido– 10 kilómetros a través del lago Windermere (el lago natural más grande de Inglaterra), 20 por el Támesis y 30 más alrededor del lago Lomond (Escocia). "En cada ubicación, elegimos un árbol que sea específico de ese lugar", explica Edgley, cuyos desafíos siempre tienen un trasfondo solidario.
Durante la preparación, Edgley buscó el consejo de algunos expertos, como el medallista olímpico en los 10 km en aguas abiertas Keri-Anne Payne: "No puedes usar las piernas porque van a enredarse con la cuerda. Tendrás que tirar de brazos. Así que tu consumo de calorías se disparará". En los días de mayor carga ingería hasta 15.000 –la famosa dieta de Michael Phelps se quedaba en 12.000–.
A pesar de todos los esfuerzos, Edgley no pudo conseguir su objetivo, aun intentándolo en dos ocasiones el pasado mes de noviembre. "El primer día –13 de noviembre– permanecimos en el mar 19 horas. Nos quedamos a 5 millas de la orilla, pero la corriente me empezó a empujar hacia atrás. Estuve en la misma posición durante 3 horas. El plan era nadar desde Santa Lucía a Martinica, 35 kilómetros si vas recto. Pero, por supuesto, no lo hice. Parecía un marinero borracho", explica.
El 17 de noviembre, tras cuatro días de descanso, él y su equipo volvieron a la carga. Pero tampoco llegó a tocar tierra. Esta vez, estuvo en el agua 11 horas y 49 minutos –entre otras cosas, se comió 25 plátanos–. En total, nadó durante 31 horas y 24 minutos. La primera jornada llegó a los 61 kilómetros y la segunda se quedó en 41.
"Pensaba que si no tocaba la playa, era un fracaso. Cuando mis amigos me enviaban mensajes de felicitación, yo decía: ¿Por qué? No llegué a la playa. Y ellos contestaban: ¡Pero has nadado más de 100 kilómetros con un árbol de 45 kilos!"...