El pasado 14 de marzo se declaró en nuestro país el estado de alarma, con el fin de afrontar la situación de emergencia sanitaria provocada por el coronavirus COVID-19. Dicha declaración ha supuesto un cambio drástico en nuestro estilo vital que ha afectado de manera significativa a todas las áreas de nuestra vida: trabajo, salud, entorno socio-familiar y ocio.
Con el paso de los días, de las semanas, la excepción se convirtió en norma y la adaptación en el único mecanismo de afrontamiento. Con respecto a nuestra práctica deportiva, pasamos del shock inicial, por falta de experiencia previa en situaciones similares, a la búsqueda de alternativas viables para entrenar, o al menos mantenernos mínimamente activos.
Hubo sobre-demanda de máquinas de ejercicio aeróbico (rodillos, cintas de correr, remos...) y sobre-oferta, más o menos profesional, pero siempre bien intencionada, de tutoriales, clases online para entrenar en casa y noticias surrealistas casi a diario de deportistas que corrían en situaciones antes inimaginables (garajes, azoteas, escaleras, pasillos... incluso huyendo de la Policía). El confinamiento llegó para hacerse fuerte en nuestras vidas y todos, incluidos los deportistas, hemos tenido que adaptarnos, hacernos más fuertes y plantarle cara, casi con tanta determinación, como al COVID-19.
CORREDOR CONFINADO: RECURSOS Y PUNTOS FUERTES
Durante el estado de alarma hemos podido observar en medios de comunicación y RRSS todas las tipologías de corredor confinado, en cuanto a los recursos disponibles. En estas intensas semanas l@s entrenadores hemos tenido que generar recursos prácticos para esta situación, pero que quedarán dentro de nuestro arsenal metodológico en el futuro. Como resumen de lo vivido, hemos sumado una experiencia y conocimiento que nos permite, incluso, hacer una categorización de los corredores, medio en serio, medio en broma, que los escala en cuanto a la limitación de los medios de entrenamiento:
-Corredor top: dispone de cinta de correr en su casa, con lo cual puede hacer prácticamente los mismos entrenamientos que hacía antes, cuidando la hidratación, ventilación y no abusar del volumen, por el aburrimiento en el plano psicológico, y el riesgo de lesiones, en el físico.
-Corredor medio: no dispone de cinta, ni espacio físico para correr, pero si de máquina de cardio, un % importante de los triatletas disponemos de un rodillo, con lo cual se puede hacer trabajo cardiovascular similar a la carrera y añadir trabajo específico muscular al margen (fuerza básica, general, específica, explosiva -saltos-).
-Corredor confinado limitado: a la imposibilidad de correr se une, la ausencia de máquina para trabajo cardiovascular indoor, con lo cual tiene que improvisar otros recursos que combinen trabajo cardiovascular y muscular (Tábata, HIT, … en general ejercicios metabólicos de fuerza-resistencia que combinan trabajo aeróbico de intensidad alto y de fuerza de intensidad media, el tiempo total de trabajo es bajo, y la intensidad alta).
Cualquier persona que corre habitualmente en exterior ha experimentado alguna vez o incluso con frecuencia la “euforia del corredor” que es un estado de bienestar físico y emocional que conecta tu cuerpo con el entorno y que hace que, al margen de explicar esta sensación en términos de actividad opiácea, sea una actividad altamente gratificante. Ninguno de los recursos anteriores nos va a permitir disfrutar de esa forma en interior. Eso es un hecho incuestionable que tenemos que aceptar antes de cualquier otra consideración. Sin embargo, las fortalezas de este tipo de entrenamiento tampoco son nada desdeñables y sirven para mejorar en el exterior cuando volvamos a nuestra vida libre, sin contacto social, incluso con mascarilla, pero en libertad:
-Disminuimos el volumen de entrenamiento: lo que nos permite subir la intensidad -factor clave para atenuar el desentrenamiento o pérdida de forma- y combinar en todas las sesiones trabajo muscular y aeróbico.
-Mejorar la economía de carrera: la mejora de la metodología de entrenamiento de corredores de fondo, cada vez prima más nuestra economía de carrera, frente a otros factores clásicamente mejor consideredos, como nuestra capacidad aeróbica máxima o nuestro umbral anaeróbico. De todos los factores que se relacionan con la economía de carrera (multifactorial) el que mejor y de forma más efectiva podemos manipular es implementar un trabajo de fuerza para el que solo necesitamos nuestro propio cuerpo (auto-carga) y material muy básico (un banco o escalón, gomas, mancuernas caseras...).
-Diversificar las sesiones de entrenamientos: resulta obvio decir que el principal componente del entrenamiento de un corredor es... correr. Pero, a veces nuestras sesiones de carrera se basan únicamente en acumular volumen e intensidad de carrera descuidando otros factores por falta de tiempo. El trabajo cíclico y repetitivo de carrera produce un estrés articular que puede ocasionar una disminución del rango de movimiento de nuestras estructuras dinámicas fundamentales: sobre todo cadera y tobillo. Añadir una sesión de movilidad articular de tobillo y cadera y ejercicios de estabilidad en la rodilla es posible que, a corto plazo, nos reste kilómetros, pero a largo plazo, nos añade años como corredores.
-Fortaleza Mental: días atrás leí en una RRSS que el hecho de que los deportistas estuviéramos deseando volver a salir a correr o que pidiéramos hacerlo cuanto antes, demostraba que éramos débiles mentalmente. Creo que en realidad es justo lo contrario. Si en condiciones normales, correr es un actividad que produce bienestar por sus efectos analgésicos, antidepresivos y mejora de los procesos cognitivos, en una situación crítica como la que nos ha tocado vivir, constituye unos de los mejores recursos de fortaleza mental ante la adversidad.