El gran dilema: ¿distancia olímpica o sprint?

¿Cómo cambiaría el triatlón si en Tokio 2020 se compitiera sobre distancia sprint?

Alberto Trillo Barca (imagen: ITU)

El gran dilema: ¿distancia olímpica o sprint?
El gran dilema: ¿distancia olímpica o sprint?

El debate está más abierto que nunca: ¿distancia olímpica o sprint?... Estos días hemos escuchado una de las voces más autorizadas al respecto. Según Javier Gómez Noya, “el triatlón se desvirtúa si se recorta la distancia”.

“Creo que el formato sprint es muy atractivo para la televisión”, declaró Marisol Casado, presidenta de la ITU, al periódico británico The Times.

Alistair Brownlee, doble campeón olímpico, dijo que ya “perdió la cuenta de cuánta gente le ha dicho que lo que le atrae del triatlón es la dureza de la prueba”, por lo que “sería una pena perder eso”.

“Puedes aguantar 5 km a pie en un sprint, pero con la misma forma, en un olímpico, no serías capaz”, declaró el olímpico por Nueva Zelanda Tony Dodds, que sin embargo cree que sería un buen paso, óptimo en caso de poder albergar las dos distancias en los Juegos Olímpicos.

La división de opiniones entre la fidelidad a la dureza y el espíritu del triatlón y las promesas de un formato más competido, dinámico y capaz de suscitar mayor interés televisivo, y por ende, comercial, están ahí. El cambio plantea la duda razonable sobre si la distancia sprint realmente encumbraría al triatleta más completo en las tres disciplinas, algo de lo que no quedó ninguna duda en los Juegos de Río.

“Para mí es un error ya que somos nosotros mismos quienes nos tiramos piedras sobre nuestro tejado. ¿Con qué fuerza vamos a vender nuestro deporte si decimos que vamos a reducir a la mitad el tiempo de la prueba para hacerlo más televisivo?”, dice el triatleta brasileño Antón Ruanova a la revista Triatlón. La triatleta holandesa Rachel Klamer, 10ª en los Juegos de Rio 2016, comparó e ironizó en Twitter el cambio a distancia sprint en triatlón con sustituir el maratón por una carrera de 10 km porque sea “más divertida”.

No obstante, los triatletas se preparan mentalmente para lo que pueda venir. Miriam Casillas, triatleta olímpica, no cree que vaya a suceder a corto plazo, pero si llega, “habría que adaptarse”, dice la pacense a la revista Triatlón. “Habría que buscar más explosividad. Por mi parte tendría que potenciar ser rápida en la natación, ya que, si los primeros metros marcan diferencia en un triatlón olímpico, en uno sprint toman más importancia aún. Además, buscaría la rapidez inmediata en la carrera a pie tras bajar de la bici y un final más potente”, cuenta Casillas. “A nivel personal es un cambio que no me agradaría, pero tenemos que estar preparados para lo que se decida”, afirma Ruanova.

Para Brett Sutton, entrenador de Nicola Spirig y Daniela Ryf, centrarse en la distancia sprint sería una “desgracia” para el triatlón, y que lo haría “todavía más mediocre”. “Tan sólo promovería corredores rápidos de 5 km, que ni nadan ni van en bici”, explicó el entrenador australiano en una entrevista con Pontoontri.com, donde proponía un formato multi-transiciones de 3 veces 500 m - 13,3 km - 3’3 km como modelo para dejarnos ante el triatleta realmente más completo de todos.

¿Cómo sería el triatlón de élite enfocado a distancia sprint?

En las Series Mundiales de 2015 en categoría masculina, con un reparto similar entre pruebas sprint y olímpico, se vio claramente la estrategia de muchos triatletas. Gómez Noya se centró en las pruebas olímpicas que finalmente le harían campeón del mundo. Es un ejemplo de cómo la distancia sí que marca diferencias. Una de ellas es el tiempo de maduración del deportista para alcanzar su mayor rendimiento. “Con la base de buscar ‘atletas de nacimiento, nadadores de formación y ciclistas de corazón’, debemos ordenar todo este proceso en unos 15 años de formación desde los 10 a los 25 años, este proceso puede tener ya grandes resultados antes de esa edad donde se alcanzarían los mayores rendimientos”, explica Javier Mon, coordinador del programa de desarrollo de la ITU para América. Aunque la media de edad en los triatlones sprint es ligeramente inferior, no hay suficientes estudios para comprobarlo en relación a la olímpica, donde ya hay datos de cinco ciclos olímpicos. Como ejemplo, en Río 2016, la edad media del podio femenino fue 31’3 años, y el top-20 tenía 29’6 años de media.

Por otra parte, si el objetivo fuese la distancia sprint, el entrenamiento también sufriría cambios sustanciales porque “habría que buscar mucho más énfasis en los trabajos de fuerza y fuerza explosiva para mejorar las velocidades aeróbicas máximas de los triatletas, que son el techo potencial sobre el que trabajar, a la par que optimizar los gestos técnicos para evitar ‘vibraciones del chasis’ a esas velocidades”, explica Iván Muñoz, entrenador de Mallorcatraining y descubridor de Mario Mola. Es decir, en palabras de Javier Mon, se trataría de elevar la fuerza útil que permite avanzar a mayor velocidad con el mismo esfuerzo que antes.

Mon explica que la diferencia sustancial reside en el apartado energético. La duración de la prueba sprint permite realizarla con los propios depósitos de glucógeno, sin ingerir nada y sin la necesidad de ahorrar nada para la carrera a pie como en la distancia olímpica. “De este modo, si en el triatlón de distancia olímpica o estándar se puede mantener una intensidad en la carrera a pie en torno al 85-95% de la máxima capacidad aeróbica –siempre y cuando el estado de depósitos y la función muscular, entre otras, lo permita–, en el triatlón de distancia sprint este porcentaje de intensidad se eleva por encima del 90% durante toda la carrera a pie, si hablamos de triatletas de élite”, explica Mon.

Iván Muñoz coincide con Mon. El entrenador mallorquín cree que “donde realmente habrá un cambio importante es en la carrera a pie... para pasar de un  2’58” los 10 km a  2’48” en 5 km, es casi un 6% más rápido…”. Sin embargo, según Muñoz, esto no implicará necesariamente que la natación y la bici, sobre todo, pierdan importancia, ni que los más jóvenes lo tengan más fácil. “Si la bici es lo suficientemente dura, creo que necesitarán aprender y madurar, cuando hay una bici a tren con giros sin mirar atrás, nada más bajarse a correr se nota en los triatletas que ya son experimentados. Creo que es el segmento donde más cuesta manejarse, por aprendizaje técnico y por desgaste, y que puede marcar la diferencia entre noveles y veteranos de igual calidad o valores fisiológicos”, dice Muñoz.

En definitiva, “sería una prueba en la que se iría muy por encima del umbral en todas las disciplinas, a pesar de la casi hora de duración. Es la paradoja del triatlón, que consiste en que se va mucho más rápido en cada uno de los tres segmentos de lo que se iría en un solo mantenido durante 60 minutos”, explica Muñoz.

Todo ello sin olvidarse de las transiciones, tanto desde el punto de visto técnico-táctico, como fisiológico-condicional. Como ya se puede ver de alguna manera en las pruebas sprint de las Series Mundiales, “habría dos momentos claves, que son donde se rompe el grupo: al salir del agua y poder correr muy rápido; y hacer 2-3 km de bici all out (dándolo todo)”, intuye Muñoz.

El cambio a sprint también permitiría competir más a menudo. Modelos de competición con semifinales y final, como se ha experimentado en los últimos años en la Copa del Mundo de Tiszaujavaros (Hungría), añadirían, quizás, la dureza que podría faltar a una sola prueba en distancia sprint. Un número de participantes más reducido en la final facilitaría que se marcasen las diferencias y se evitasen los grandes pelotones donde tantas veces reina la espera conservadora al refugio del viento. Por otra parte, permitiría zonas de transición más espaciosas, que condicionarían menos el resultado final de la prueba al crear menos diferencias entre los triatletas. Otro factor a tener en cuenta sería la inclusión de circuitos más duros o abiertos, con menos vueltas, que, como se vio en Kitzbühel en 2013 con la subida al Cuerno, o en Leeds el año pasado, entusiasman a los triatletas y generan espectáculo.

¿Sería más televisivo el triatlón en distancia sprint?

La sensación generalizada es que el motivo principal (y casi único) para propiciar este cambio sería lograr que el triatlón tenga más presencia en televisión, o sea más entretenido para lograr una mayor audiencia y, por tanto, difusión general del deporte. La pregunta es si el cambio de distancia es el mejor o el único método para conseguirlo.

“Pienso que puede (un sprint) funcionar mejor como producto televisivo porque los programas de una hora de duración pueden ayudar a mantener la atención. Normalmente, habrá menos momentos de bajón de tensión narrativa”, explica Carlos García-Verdugo, periodista de la Televisión de Galicia (TVG) que narra las Series Mundiales de Triatlón. Es decir, es menos frecuente que no esté sucediendo algo interesante.

La telegenia del evento no depende solamente de la duración. “Se agradecería mucho más apoyo gráfico en el segmento de natación, en el que muchos planos son iguales y los protagonistas a efectos visuales son muy parecidos entre sí (todos llevan un gorro rojo, por ejemplo). Ayudaría tener un sistema de identificación de personajes como en las carreras de Nascar, con datos fijos de biografía y datos alimentados sobre la situación de carrera”, dice García-Verdugo.

Introducir material grabado antes de la carrera, como hacen por ejemplo en la retransmisión del Ironman de Hawaii, con declaraciones de los protagonistas sobre el circuito, la competición o los rivales, para poder insertarlos en “momentos donde baje la tensión narrativa”, sería beneficioso según el periodista de la TVG.

Existe un consenso generalizado de que hay margen de mejora en las retransmisiones de triatlón. Cédric Fleureton, ganador de Copas del Mundo en la olimpiada de Pekín, resumía el sentir de muchos triatletas en una entrevista reciente con Trimes.org. En alusión a la retransmisión de Río 2016, el galo decía que “es una pena, visto el potencial televisivo de este deporte. Un ejemplo: ni una sola imagen de Murray que hizo sin duda una carrera increíble y que podría haberse llevado la medalla de bronce”.

La telegenia tampoco depende sólo de los elementos televisivos ni la distancia, sino del propio diseño de la competición. Para Antón Ruanova, “si lo que se busca es aumentar la vistosidad del deporte, se podría renunciar a la idea de circuitos ciclistas a los que hay dar cuatro u ocho vueltas para completar 20 o 40 km. Así, podrían incluirse más fácilmente dificultades técnicas o de desnivel que aumenten el espectáculo”. Ruanova se refiere indirectamente al dilema entre ofrecer un circuito atractivo para los espectadores in situ y los que se sientan detrás del televisor en su casa. Este último, en contraposición con un circuito corto y lleno de giros, facilitaría la labor de las cámaras sobre las motos que podrían ofrecer planos más cortos y detallados de la carrera en todo momento...

El cambio probablemente no llegue hasta los Juegos de 2024, donde se sume el sprint o se sustituya por el olímpico, pero la senda ya está abierta...