Veinte años haciendo el mismo trabajo es mucho tiempo. Pero eso es exactamente lo que ha estado haciendo Terenzo Bozzone: veinte años compitiendo en el triatlón de alto nivel, un deporte que le ha dado grandes alegrías y también algunos golpes muy duros, como el atropello que sufrió en el verano de 2018, cuando el conductor de un camión –que se dio a la fuga– se lo llevó por delante mientras entrenaba con la bici. Hasta ese momento era, sin duda, el triatleta de moda de aquella temporada, capaz de ganar a principios de año el IRONMAN de Nueva Zelanda, el 70.3 de Bariloche (Argentina), el 70.3 de Campeche (México) y el 70.3 de Busselton (Australia).
Hemos charlado con el triatleta neozelandés, de 36 años, que sigue entrenando cada día y compitiendo con la misma ilusión que tenía hace dos décadas...
¿Cómo empezaste en el triatlón?
Cuando era pequeño tenía mucha energía y el deporte era una excelente manera de canalizarla [risas]. Nunca quise parecer arrogante, pero sabía que, con la ética de trabajo que tenía y si las cosas salían a mi manera en las carreras, era posible un resultado positivo.
Mis padres siempre se aseguraron de que mi hermano y yo tuviéramos muchas oportunidades de hacer deporte, pero también se aseguraron de que lo académico fuera lo primero. Todos sabemos lo cruel que puede ser el deporte y, afortunadamente, he tenido una trayectoria relativamente buena.
Con tantos deportes para elegir, ¿qué te llevó al triatlón?
Es una buena historia... Al crecer jugué al tenis, fútbol, cricket, atletismo, kárate y natación. ¡No tuve tiempo para meterme en problemas! Cuando tenía trece años, competía en natación. Ese año, durante las vacaciones de verano, intenté hacer un flip mientras practicaba wakeboard y aterricé de cabeza. Me reventé el tímpano y, desafortunadamente, no se curó como debería.
Después de la primera operación de siete horas, me obligaron a dejar el agua por un tiempo. No podía quedarme sin hacer nada, así que encontré un duatlón, pedí prestada una bicicleta y lo probé. No gané la carrera, pero me encantó. Cuando me permitieron volver al agua, comencé a hacer triatlones. Y desde entonces...
¿Y cómo mantienes el rumbo y encuentras fuerzas para seguir después de sufrir el terrible accidente de 2018?
Agradezco todos los días a mi estrella la suerte que tengo. Tengo una familia asombrosa. He tenido una gran carrera y sé que lo mejor está por venir. Además, tengo algunos patrocinadores increíbles que se han mantenido a mi lado cuando las cosas no eran arcoíris y mariposas.
Tanto durante la recuperación del accidente como de mi lesión de Aquiles en 2019, ha sido importante tener metas cada día y cada semana que me mantengan motivado. Trabajar hacia estas líneas de meta más pequeñas me ayuda a alimentar mi pasión eterna por lograr mis objetivos.
Habiendo estado en el triatlón durante veinte años, debes haber visto muchos cambios...
Parece que parpadeamos y pasan cinco años. ¡Soy más mayor de lo que piensas! Mi primera carrera en el Campeonato Mundial fue el Mundial de Duatlón Junior en Calais, Francia en 2000. ¡Cómo ha cambiado el deporte desde entonces!
Me cambié a la larga distancia en 2008 después de quedar fuera de la selección olímpica. Y tuve la suerte de poder ver cómo la media distancia pasó de la nada a ver competir a los mejores especialistas IRONMAN del mundo.
Las carreras también se han vuelto mucho más rápidas. Ahora estamos compitiendo en pruebas de media distancia con la misma intensidad que competíamos en las carreras de distancia olímpica y, si no vas a menos de 8 horas en un IRONMAN, es poco probable que estés en lo más alto del podio.
Cada año estoy ajustando mi entrenamiento para asegurar una mejora continua, y con medallistas olímpicos como Jan Frodeno y Alistair Brownlee dando un paso al frente, no hay espacio para operar a un nivel subóptimo.
La familia parece ser muy importante para ti. Si miras hacia atrás y comparas cuando empezaste hasta ahora, ¿cuál crees que es el cambio más grande personalmente?
Sí, mi familia es todo para mí. A medida que evoluciono, me doy cuenta de que no importa si gano o no, mis hijos no tienen idea y todavía me amarán.
Un gran impulsor para volver de la adversidad de los últimos años es contarles esta historia a mis hijos cuando sean mayores. Quiero que vean que el trabajo duro y la perseverancia dan sus frutos. Tener metas y trabajar con todas tus fuerzas para lograrlas es una gran sensación y permite que el cielo sea el límite de lo que puedes hacer.
El triatlón me ha enseñado mucho a lo largo de mi vida y las lecciones que he aprendido en el camino me han moldeado en la persona que soy hoy. Estoy eternamente agradecido por mis oportunidades.
¿Qué le dirías a una persona que no ha hecho triatlón en su vida para que se animara a probarlo?
En cada IRONMAN, me sorprende la cantidad de personas que hay, todos, apasionados de triatlón. Lo mejor del deporte es que no importa tu nivel. Hay tantas distancias diferentes y tener una meta, trabajar para lograrla y lograr la línea de meta da una gran sensación de satisfacción.
Recuerdo claramente mi primer IRONMAN: cuando llegué a la línea de meta, se me puso la piel de gallina. Me hizo darme cuenta de que si una persona podía resolver las batallas mentales que presenta un IRONMAN, puede resolver cualquier cosa en su vida.
Mi meta para esa primera prueba fue hacer la carrera a pie sin tener que caminar. Terminé lográndolo y acabé segundo, con uno de los tiempos de debut de IRONMAN más rápidos.
