Tomás Gallego: ¿Dejar de correr?

Tomás Gallego ha utilizado el triatlón como deporte de rehabilitación.

Triatlón

Tomás Gallego: ¿Dejar de correr?
Tomás Gallego: ¿Dejar de correr?

Al principio todo empezó en el colegio. Mi padre me sacaba a correr por las mañanas para que perdiera algo de peso. Pero no era muy
constante en los entrenamientos que alternaba de vez en cuando con el equipo de balonmano, otro año con el de fútbol sala, otro año con el de baloncesto y así pasaban los años hasta que llegó mi primera carrera popular. En la universidad, mi primer entrenador y mis primeros planes de entrenamiento. Pasé de correr a algo más de 5 minutos el kilómetro a correr a 3 minutos. En 1.997 se celebró el I Triatlón Ciudad de Sevilla, pero la verdad es que pasó totalmente inadvertido para mí.

También por esas fechas era fácil ver entre el grupo de “Amigos del Parque” (de María Luisa) a un tal “Merchán”, de nombre José María. Un día empezamos a rodar varios en el parque y acabamos él y yo corriendo solos a algo menos de 3 minutos y medio durante 15 kilómetros. Luego me enteré que el tal “Merchan” llego a ser triatleta olímpico...

Fue cuando empecé a tener curiosidad por el triatlón, pero lo veía difícil con mi natación de pato mareado y totalmente centrado en correr. De momento yo seguía a lo mío. Un entrenamiento tras otro: días de calor, viento, lluvia, frío; de noche o de día; explicando a tus amigos que hoy no sales porque mañana tienes carrera; haciendo que tu familia madrugue contigo para acompañarte a una competición; sacando tiempo para estudiar, trabajar, entrenar... Todo hasta que al final eso de “correr” se te ha metido tanto en el cuerpo, que es tu cuerpo el que te pide que lo saques a correr. Ya no lo haces por mejorar marcas o correr más rápido; simplemente lo haces porqué te gusta, porque disfrutas con ello.

Empezaron a llegar lesiones y resfriados continuos. No podía entrenar de forma constante. Nuevos retos profesionales y cada vez menos
tiempo para salir a rodar. Pierdes la forma, coges 25 kilos de peso, pasan los años y entonces llega un médico que te dice que tienes que dejar de correr… ¿Quién quiere dejar de correr?

Después de salir de la consulta del traumatólogo empecé a valorar las alternativas: no puedo correr, pero tengo que andar una hora todos
los días; no puedo correr pero la natación me viene bien para fortalecer la espalda; no puedo correr, pero hacer un poco de bicicleta  estática me ayudará a mantener el peso a raya; no puedo correr, pero tengo que hacer mi tabla de ejercicios de abdominales y lumbares.

Y así lo hice. Empecé a nadar en la piscina de enfrente de mi casa. No llegaba a nadar mucho más de 20 minutos pero a mí me parecía
mucho tiempo. Conocía la técnica, pero me costaba mucho respirar bien. Me resultaba muy difícil la coordinación pero poco a poco le fui
cogiendo el truquillo. La vieja bicicleta estática que compré para una rehabilitación por un accidente de tráfico me servía para pedalear durante unos 40 minutos en casa. ¡Pero qué aburrido que es pedalear en una bicicleta estática!

El tiempo se te pasa lentamente y da igual que pongas la tele o música o leas un libro… Así que empecé a coger la bicicleta de carretera para dar algunas vueltas. Así empecé a rodar más de una hora y mejoré mucho encima de la bici.

Y andar. Bueno, al principio la verdad es que seguía pensando como un corredor de fondo y quería andar 15 kilómetros cada día. Pero la
verdad es que no tenía tiempo y cuando andaba mucho y muy rápido me dolía la espalda. El caso es que día tras día empecé a perder peso y mi espalda estaba algo más fuerte. Una idea empezó a rondar mi cabeza. Si nado, monto en bici y corro (digo ando), a lo mejor  puedo hacer un triatlón cortito ¿no?.

Esa idea se metió en mi cabeza y como a esas alturas ya había perdido 10 kilos de peso y estaba algo más en forma, las sensaciones eran buenas para intentarlo. Y así en 2009, llegué a mi primer Triatlón de Sevilla Sprint. Parecía mentira que fuera a participar en un triatlón cuando sólo había entrenado la natación y la bicicleta. No había corrido prácticamente nada; solamente había andado y de vez
en cuando trotado un poco. Me daban igual los tiempos, quería disfrutarlo. De las tres pruebas, la peor fue la de 5 kilómetros de carrera, después la natación y la mejor la bicicleta: 1 hora y 15 minutos en total… Y una sonrisa al entrar en meta que valió cada metro que dí ese día.

El TRIATLÓN me hace estar bien y tener energía, para encontrarme vivo, libre y fuerte. En 2013 empecé mis entrenamientos con una
rutina de estiramientos, ejercicios y dieta más controlada; incluso con sesiones de “aquarunning”. Mi espalda respondía bien y los  resultados empezaron a verse pronto. En Marzo hicimos nuestro primer Duatlón de Sevilla por relevos. En Mayo mi cuarto Triatlón de Sevilla Sprint. No importa el tiempo. Lo disfruté.

Es mi deporte “rehabilitación”, me da energía, me llena y me renueva…Y mucho más cuando lo compartes con las personas que quieres. No es un deporte sólo para profesionales o para élite y si no compites no hace falta tener mucho tiempo para disfrutarlo. Mi espalda no se queja y no le importa correr sólo 5 kilómetros de vez en cuando porque al finalizar otro triatlón sientes que estás vivo, que estás en  forma, que puedes con todo y… No he tenido que dejar de correr.