La motivación es una de las variables psicológicas relacionadas con el rendimiento deportivo más estudiada. Su importancia no es tan decisiva el día de la competición como lo es alimentando nuestra energía mental a lo largo de la temporada: en los comienzos, cuando los objetivos están lejos, cuando caemos lesionados o cuando afrontamos una situación tan delicada como la actual, encerrados en casa por la amenaza del coronavirus...
Conocer las fuentes de nuestra motivación y utilizar las estrategias adecuadas para manejarla nos ayudan a mantenerla a un nivel óptimo, sin altibajos a lo largo de nuestra vida deportiva. Aunque desde el ámbito de la psicología existen numerosas teorías sobre la motivación, aquí simplemente nos referimos a las características de la misma relacionadas con el rendimiento deportivo. En concreto caracterizamos la motivación básica y la motivación cotidiana, la motivación intrínseca y extrínseca.
TIPOS DE MOTIVACIÓN
MOTIVACIÓN BÁSICA Y MOTIVACIÓN COTIDIANA
La motivación básica se refiere a la base estable de motivación que determina el compromiso del deportista con su actividad. Casi siempre tiene que ver con un resultado deportivo esperado y/o la consecuencia de éste, y funciona a medio y largo plazo. Por su parte, la motivación cotidiana se refiere al interés por la actividad diaria, por la gratificación que produce ésta, es decir, cuánta satisfacción supone entrenar cada día.
Ambos tipos de motivaciones están relacionadas y se complementan a lo largo de la temporada. Es decir, es necesario una buena motivación básica para tener una buena disposición a trabajar duro durante meses. Sin embargo, al principio de la temporada, cuando los objetivos que mueven esa motivación básica están muy lejos en el tiempo, nuestro estado de forma no es el óptimo y surgen dificultades como la que tenemos que afrontar en las próximas semanas por la reclusión a la que nos obliga el coronavirus, es necesaria una buena motivación cotidiana (entrenos indoor variados en la medida de lo posible, trabajar aspectos que teníamos aparcados u olvidados como la fuerza, la flexibilidad, la propiocepción, ver y entender el encierro como una posibilidad para mejorar nuestra faceta de ciclistas en el rodillo...).
Combinar ambos tipos de motivación requiere una planificación acertada (diseño de objetivos que supongan un reto pero que sean alcanzables) y el diseño de sesiones de entrenamiento variadas que suponga un estímulo y una gratificación diaria.
MOTIVACIÓN INTRÍNSECA Y MOTIVACIÓN EXTRÍNSECA
Básicamente, la motivación intrínseca se suele interpretar como aquella que no depende de reforzadores o consecuencias externas a la propia actividad (es decir, entrenamos simplemente por la satisfacción que obtenemos al hacerlo). La motivación extrínseca es la que se basa, fundamentalmente en las consecuencias positivas (reconocimiento social, resultados, premios económicos,...).
Lo que antes se conocía como la soledad del corredor de fondo ha dejado paso, en nuestra sociedad de la información, a las redes sociales y la auto-exposición casi permanente a todo lo que nos rodea. Todo ello hace que la motivación extrínseca cobre cada día mayor importancia y se haya convertido en un elemento esencial para que el deportista rinda o, en su defecto, justifique que su rendimiento no sea el esperado. Los deportistas más dependientes de los reforzadores externos son más vulnerables a que se debilite su motivación que aquéllos cuya motivación es más intrínseca.
EL PAPEL DE LA MOTIVACIÓN EN EL ENTRENAMIENTO
Todo entrenamiento deportivo plantea numerosas exigencias que resultan muy difíciles de afrontar sin una elevada dosis de motivación. ¿Qué nos impulsa, en este excepcional escenario de encierro, a seguir entrenando? Nuestra motivación. Enfrentarse, día tras día, a las exigencias físicas, y sobre todo mentales, del entrenamiento indoor, a privarnos de otras actividades más cómodas, cuidar todavía más nuestra dieta... requiere una gran motivación. Esta debe implicar una buena dosis de motivación básica: conseguir un logro a medio o largo plazo (satisfacción personal) y, por otra parte, una motivación por el propio entrenamiento, es decir, que el tipo de ejercicio haga que el entrenamiento sea, en la medida de los posible dadas las circunstancias, agradable para el deportista. Es decir, la motivación básica es una energía a largo plazo y la cotidiana implica renovar y no consumir toda esa energía a largo plazo antes de tiempo. Por ello, la combinación apropiada para conseguir el máximo rendimiento debe incluir una buena dosis de motivación básica competitiva (ganar, aunque sea a nosotros mismos, o mejorar en algún aspecto como triatletas), junto a una motivación más específica, más del día a día, centrada en el disfrute cotidiano que complemente otros aspectos de nuestra vida. Por eso, nuestros entrenamientos diarios deben combinar tareas dirigidas a nuestra mejora fisiológica con otras cuyo objetivo sea recargar habitualmente nuestra motivación.
En general, potenciar la motivación de un deportista es una tarea casi siempre importante, pero sobre todo lo es en los momentos críticos en los que es más probable que se produzcan déficits en este sentido. Resumiendo, los efectos de la motivación en el entrenamiento son, entre otros:
-Adherencia al entrenamiento
-Evitación del acomodamiento/conformismo
-Control y superación de dificultades
-Superación de momentos de “crisis”
-Trabajo para la mejora de los recursos
TÉCNICAS PARA LA MEJORA DE LA MOTIVACIÓN
Establecimiento de objetivos
La principal estrategia para definir y cuantificar nuestra motivación básica es plantearnos objetivos que sean atractivos, con un alto grado de dificultad, pero alcanzables, en base a nuestros logros anteriores o a nuestro punto de partida. Ahora se trata de concentrarnos en los entrenamientos que podemos hacer en casa, competir contra nosotros mismos para seguir mejorando. Ése es ahora el objetivo: progresar en nuestras sesiones de rodillo, mejorar nuestra técnica de natación con ejercicios en seco, trabajar la fuerza, la flexibilidad, la propiocepción...
Registros conductuales
El hecho de anotar diariamente nuestras sesiones de entrenamiento con los datos más relevantes de las mismas (tanto objetivos como subjetivos), además de formar parte de nuestra rutina de entrenamiento, sirve para trabajar nuestra motivación, de ahí la importancia de los diarios de entrenamiento, como una parte del mismo y como una efectiva estrategia de motivación.
Feedback
Recibir retroalimentación positiva sobre nuestros progresos, ya sea de nuestro entrenador, como de nosotros mismos (si nos auto-entrenamos), a través del análisis del diario de entrenamiento y de los datos de entrenamientos importantes
o de control, contribuye a nuestra motivación básica y cotidiana y a la motivación centrada en la tarea.