Las buenas gafas para nadar no son las más caras, sino las que mejor se adaptan a la morfología de nuestras órbitas oculares y al particular perfil nasal de cada usuario, para lo cual existe la posibilidad de elegir diferentes formas, elegir la talla adecuada y, posteriormente, adaptarla a las medidas de cada uno.
En este sentido, antes de empezar a nadar, mi recomendación es dedicar unos minutos a ajustar bien las gafas. Este tiempo invertido en el ajuste inicial, permitirá poder nadar sin las molestias que ocasionan unas gafas en las que entre agua o que están excesivamente apretadas, ya que, con el tiempo, resultarán insoportables y además te dejarán marcas en la cara.
En “la tienda de los deportistas” tienes la posibilidad, antes de decidirte por un modelo determinado, de probar qué carcasa de gafa se adecúa mejor a tus características faciales. Dada las particularidades de cada cara y los prioblemas que ocasiona entre los nadadores una mala elección de las gafas, te dan la posibilidad de probar los diferentes modelos, pudiendo colocar uno de los cuerpos de la gafa sobre la órbita ocular y probar si se adaptan bien. Para ello debes apretarlo suavemente contra la piel para que se genere un vacío. Esa menor presión interior debe permitir mantener el cuerpo de la gafa pegado a la piel sin la necesidad de sujetarla con las manos. Si esta prueba de adaptación es correcta, esa gafa es adecuada para ti y ahora sólo queda montarlas y ajustarlas a tus medidas. Debes hacer la misma operación con la otra parte de la gafa y ajustar con la goma que une ambos cuerpos o con el puente nasal según el modelo elegido, la anchura de tu nariz de acuerdo a la distancia que hay entre las dos carcasas.
La gafa basa su estanqueidad en la presión que su estructura ejerce sobre la piel, y no es necesario tensar en exceso las gomas que se tienden por detrás de la cabeza. De hecho, la mayoría de las gomas vienen con doble recorrido para que una parte se coloque por encima del occipital y la otra por debajo, lo que permite asegurar un correcta colocación de la gafa y que no se bajen con facilidad al tirarse de cabeza o al salir de los virajes. Un fallo generalizado en el ajuste de estas gomas es darles excesiva tensión pensando que esto va a impedir que entre agua dentro. Al contrario: van a tender a separar las carcasas de los ojos y esto originará la entrada de agua por la parte interna.
La prueba que determina si la gafa está bien ajustada y su estructura se adapta a tu rostro es aquella en la que sin poner la goma alrededor de la cabeza las gafas no se caen, quedando sujetas por el efecto de vacío que se crea en su interior.
Respecto al tema de cómo evitar que se empañen, la mayoría de modelos cuentan con un tratamiento anti-vaho, pero éste dura poco tiempo y con el uso se tienden a empañar. La recomendación pasa por evitar tocar el interior de las gafas, ya que esto hace que se pierda rápidamente el tratamiento. El truco de aplicar saliva en el interior de la carcasa solo permite que el vaho desaparezca unos minutos volviéndose a empañar con facilidad. Mi recomendación en este aspecto es que compres un spray anti-vaho y lo apliques cada cierto tiempo tanto en el interior como en el exterior de la gafa. Este producto requiere que enjuagues bien la gafa antes de usarla porque irrita la conjuntiva y, aunque es un producto caro, a la larga resulta rentable ya que el hecho de que evite el vaho mejorará la visión tanto subacuática como periférica y el botecito puede durarte años de placenteros entrenamientos de natación.