Casi todos los triatletas buscan el mejor material que sus bolsillos les permiten para afrontar con garantías las competiciones en las que deciden participar. No escatiman en una buena bicicleta, traje de neopreno, zapatillas para correr o los complementos necesarios para ser más competitivos en este deporte.
Y sin embargo, a la hora de velar por su salud, aún son muchos los que –por desconocimiento, tiempo o dinero- se muestran reacios a hacerse un examen que debería ser imprescindible para todo deportista que va a someter a su cuerpo a un entrenamiento contínuo: la prueba de esfuerzo, que es la parte central de un completo reconocimiento médico deportivo.
Esta revisión médico-deportiva viene a ser como la ITV de nuestro sistema orgánico, muscular y esquelético. Su importancia queda patente con sólo recordar que muchos de los accidentes cardiovasculares que se producen en las pruebas de running y triatlón populares podrían evitarse con este examen, que nos va a indicar si tenemos algún problema físico (especialmente cardiovascular) que desaconseje ese esfuerzo y, en caso de poder hacerlo, nos revela datos tan prácticos como cuáles son nuestros umbrales de esfuerzo más indicados y saludables para seguir progresando.
CINCO PREGUNTAS BÁSICAS
1. ¿Qué es una prueba de esfuerzo?
La prueba de esfuerzo o ergometría es un test de valoración funcional mediante el cual se somete al deportista a un ejercicio para observar sus diferentes variables cardíacas y respiratorias. Siempre se debe realizar con el control de un médico especialista en medicina del deporte, y exige unos requerimientos básicos, como la valoración médica previa, un equipamiento calibrado correctamente, incrementar la intensidad de forma gradual, y conocer las contraindicaciones y posibles problemas que se pueden presentar, los cuales podrían obligar a interrumpir la prueba.
2. ¿Quién debería someterse a una prueba de esfuerzo?
Este examen médico es recomendable para cualquier persona que realice o tenga previsto realizar una actividad física de manera regular. Pero resulta especialmente indicado para todo aquel deportista mayor de 35 años (ya que a partir de esta edad aumentan los problemas de salud, sobre todo cardiopatías) y para el que sospeche alguna alteración del correcto funcionamiento de su organismo cuando realiza ejercicio: pulso elevado, sensación de mareo, fatiga, vómitos, intolerancia al esfuerzo, incoherencias con el pulsómetro, etc. Es importante valorar y descartar cualquier patología mediante esta exploración médica.
3. ¿Cuál es el momento más indicado para realizar esta valoración?
Lo recomendable es hacerse esta prueba de esfuerzo al menos una vez al año para valorar el correcto funcionamiento de todos los parámetros y nuestra evolución desde la última vez que se realizó. Además, cuando la evolución de los entrenamientos no es la esperada, sirve para replantear los ritmos y adecuarlos a nuestro estado de forma.
4. ¿Qué resultados nos aporta esta prueba?
Lo más importante es que nos permite conocer el estado de nuestra salud cardiovascular y pulmonar, descartando patologías graves de arritmias y pudiendo prevenir problemas cardiológicos. Pero además, nos ayuda a determinar con precisión nuestro estado de forma, desvelando datos como el nivel de VO2 max, la frecuencia cardiaca máxima, o donde se encuentra nuestro umbral aeróbico (zona donde podremos mantenernos durante mucho tiempo) y anaeróbico (en déficit de oxígeno; reservado sólo para las series y entrenamientos de calidad). Estos umbrales aeróbico y anaeróbico son datos personales, y corresponden a una frecuencia cardíaca y a un ritmo de carrera específico. Conocerlos con precisión nos permitirá ajustar individualmente las cargas de trabajo y los ritmos más indicados para sacar el máximo rendimiento a nuestros entrenamientos y competiciones.
5. ¿Dónde hacerse esta prueba de esfuerzo y cuánto cuesta?
Estas pruebas se realizan en centros de medicina deportiva, privados o públicos, que cuenten con la maquinaria necesaria para ello. Y recuerda que siempre debe ser realizada por especialistas en Medicina de la Educación Física y el Deporte. Los precios medios de estos Reconocimientos Médico-Deportivos con prueba de esfuerzo oscilan entre los 85 y 120 euros.
1. VALORACIÓN MÉDICA PREVIA
Una vez concretada la cita recibimos vía email un cuestionario previo, que debemos llevar cumplimentado el día de la prueba. Este cuestionario nos pide información sobre antecedentes familiares de enfermedades, antecedentes personales (enfermedades, intervenciones quirúrgicas, medicación, problemas de salud…), y hábitos (tabaco, bebida, y hábitos nutricionales y deportivos). Estos datos servirán al profesional médico para hacer una valoración previa al examen.
2. VALORACIÓN ANTROPOMÉTRICA
El examen se inicia con una valoración antropométrica, que incluye medición de la talla y peso, y medición de pliegues cutáneos para determinar el porcentaje de grasa.
3. EXPLORACIÓN MÉDICA
Seguidamente, se realiza una exploración física general comprobando el aparato locomotor del deportista, así como su fuerza y flexibilidad. La auscultación cardíaca y pulmonar, la toma de tensión arterial y el electrocardiograma son pruebas obligatorias antes de empezar la ergoespirometría.
4. PREPARATIVOS PARA LA PRUEBA
Se colocan electrodos en el torso del deportista (cerca de su corazón, en lugares específicos protocolizados internacionalmente), cubiertos de una malla para que no se muevan durante el ejercicio. Estos electrodos permitirán visualizar la onda electrocardiográfica desde diez posiciones diferentes. Además, mediante la colocación de una máscara se sujeta un medidor de flujo aéreo que aporta información sobre el oxígeno que inspiramos y el dióxido de carbono que espiramos durante el ejercicio. Con todo ello, el deportista estará perfectamente monitorizado y sus datos quedarán registrados durante la prueba.
5. COMIENZA LA PRUEBA DE ESFUERZO
El deportista empieza a correr sobre la cinta mientras la intensidad sube progresivamente. En todo momento el profesional médico vigila los datos de su corazón durante el esfuerzo, que quedan registrados en el Electrocardiograma continuo y la Espirometría. Tras llegar al esfuerzo máximo –que dependerá en cada caso, según su nivel de forma- se detiene la prueba y se inicia un periodo de recuperación y vuelta a la calma.
6. VALORACIÓN FISIOLÓGICA TRAS EL ESFUERZO
Tan importante como comprobar que no ha habido problemas durante el ejercicio es valorar la recuperación tras el esfuerzo máximo. Por este motivo, también en la fase de recuperación se sigue registrando el electrocardiograma, la tensión arterial y el pulso o frecuencia cardíaca.
7. ENTREGA DEL INFORME
Una vez finalizada la prueba de esfuerzo, y con los datos registrados durante la misma, el profesional médico nos explica los resultados más significativos. Días después nos harán llegar, vía email o en persona, previa cita, un detallado informe con todos los resultados de la prueba, umbrales y consejos para optimizar nuestro entrenamiento.
Pese a llevar dos décadas corriendo con regularidad, haber participado en maratones, medios maratones y otras muchas carreras de 10 km, y pese a llevar años trabajando en revistas deportivas, nunca me había sometido a una prueba de esfuerzo.
La realización de este reportaje me daba la oportunidad de solventar esta situación, buscando sobre todo la confirmación de que mi corazón se encuentra en perfecto estado para seguir disfrutando al máximo de este deporte.
La única precaución que tomé los días previos fue no realizar ningún entrenamiento muy exigente para no llegar fatigado muscularmente. El reconocimiento se desarrolló de manera rápida y fluída, y en todo momento la doctora Núñez me fue explicando en qué consistían las distintas pruebas y mediciones que se realizan, comentando los datos más importantes que de ellos se iban desprendiendo.
Apenas 15 minutos de carrera sobre la cinta, con un ritmo que va in crescendo hasta llevarte al límite, es suficiente para que queden registrados nuestros umbrales de esfuerzo. Es un esfuerzo corto pero intenso, con la única “incomodidad" de lamáscara para medir el flujo aéreo, que en un primer momento da una sensación de opresión y de falta de aire que se va pasando en cuanto te pones en marcha.
En total, el reconocimiento con la prueba de esfuerzo no llega a la hora de duración. Una vez finalizado, la Doctora me comenta brevemente los datos más importantes, aunque será en los días posteriores cuando reciba, vía email, un completo informe con los parámetros, zonas de trabajo y consejos para optimizar mi rendimiento. De la prueba salgo con la confirmación de mi % de grasa corporal –aún lejos del que debería tener en mi mejor estado de forma-, con la sorpresa agradable de un VO2max superior al esperado según mis resultados –lo que indica que hay margen de mejora-, con los ritmos y frecuencias cardíacas en los que me debo mover en mis entrenamientos...
Salgo convencido de que volveré a hacerme la prueba el año que viene para controlar mi evolución deportiva. Pero sobre todo, y esto es lo más importante, salgo con la confirmación médica de que mi corazón está sano y perfectamente preparado para seguir corriendo, incluso para forzar un poco más la “máquina" en cuanto a ritmos y cargas de entrenamiento. Ya sólo por la tranquilidad de saber ésto, ha merecido la pena.