Todos hemos visto las espectaculares fotos de las piernas de los ciclistas cuando están ‘finos’, en plena forma… con unas protuberantes venas que parece que van a reventar la piel y que nos recuerdan a las raíces de un árbol.
El año pasado, la asombrosa imagen de las piernas del ciclista polaco Paweł Poljański, del Bora-Hansgrohe, tomada por él mismo después de la etapa 16ª del Tour, se hizo viral en las redes sociales.
Pero no ha sido el único. Recientemente, el también corredor polaco Tomasz Marczynski, del Lotto-Soudal, mostró al mundo sus ‘tubos’ y músculos, mientras avisaba: "Parece que el Tour está llegando"… Pero ¿cuál es la explicación fisiológica?
"Aunque la imagen parece un ejemplo extremo, esto es exactamente lo que sucede en todos nosotros después del ejercicio en condiciones cálidas. Simplemente no puedes verlo porque la mayoría de nosotros tenemos mucha más grasa corporal", explica Mark Porter, médico colaborador en The Times.
"La idea de que todos tendríamos esas piernas con sólo estar delgados, no es realmente correcta", añade en cyclingweekly el Doctor Jamie Pringle, fisiólogo del ejercicio. Tan importante como la delgadez (los ciclistas tienen entre el 6 y el 8% de grasa corporal) son las adaptaciones atléticas en el sistema vascular.
"En los atletas, observamos una vascularización excepcional. Eso significa una mayor capilarización no visible dentro del músculo, pero también una mayor vascularización visible a nivel arterial y venoso", asegura Pringle. Es decir, el entrenamiento que lleva a cabo un profesional expande tanto el suministro de sangre oxigenada a los músculos como la extracción de sangre desoxigenada, a través de las venas, de regreso al corazón y los pulmones. "No hay más ‘tuberías’ como tal, sino mayores diámetros arteriales y definitivamente mayor flujo y dilatación, en respuesta a la demanda muscular de sangre y oxígeno". En el caso, por ejemplo, de Poljański, acababa de terminar una dura etapa de 165 kilómetros.
Y hay que contar con el factor principal, que es tener más sangre. "Un atleta extremadamente bien entrenado tiene mucho más volumen de sangre en general (hipervolemia). Por eso, sus venas están simplemente más llenas. Esa es la diferencia clave. Una persona no entrenada tiene alrededor de cinco litros de sangre, generalmente alrededor de 50 a 75 ml por kilo, de cinco a siete por ciento de la masa corporal. Un atleta de resistencia profesional puede tener dos o tres litros más en total, tanto como 150 ml por kilo, el quince por ciento de la masa corporal", aclara Pringle.