Peter Sagan no deja indiferente a nadie. El tricampeón del mundo es, sin duda, el ciclista más carismático del pelotón, uno de los que más pasiones levanta antes, durante y después de la competición, haciendo un ‘caballito’ en plena rampa de más del 20% de pendiente para deleite de los aficionados o poniendo música para que la escuchen los fans que esperan para verle cuando salga del autobús de su equipo.
Además de su simpatía innata, el corredor eslovaco, de 28 años, ‘no se corta’ a la hora de decir lo que realmente piensa...
“Es bonito poner la música. Los altavoces los he comprado yo. He dicho al Bora: 'Pongamos música antes de la salida para estar tranquilos dentro, mientras hacemos la reunión oímos la música fuera y desde dentro vemos a la gente que baila fuera, alrededor del autobús'. Es bonito verlo. Si no hubiera, música, ¿qué veríamos? Todos de brazos cruzados, ¿esperando qué? Al menos pongamos música", explica Sagan en una entrevista en El País.
Música para amenizar la previa de las etapas y ¿rodillo para cuando terminan? “Después de la etapa no está mal hacer rodillo para expulsar el ácido láctico de las piernas, okey, pero eso solo le vale a los que pelean por la general. ¿Pero por qué corredores que terminan a media hora llegan al bus y aún hacen rodillo? No tiene sentido", comenta Sagan sobre esta fórmula que puso de moda el Sky.
Al ‘caballito’ que hizo en plena subida al Monte Oiz le quita importancia: “Lo hacen muchos, no solo yo, y tampoco soy el primero. Antes que yo, lo hacía McEwen... Pero es un regalo a la gente. Si me lo piden, lo hago".
“Si veo por la tele una carrera de ciclismo de 200 kilómetros, pongo la tele a 100 kilómetros de la meta, y están siempre igual, y a 20 kilómetros de la meta, lo mismo... te duermes, ¿no? Después, te despiertas a 10 del final y tienes curiosidad para ver cómo termina. ¿Qué creemos que le gusta ver a la gente? No lo entiendo. Para mí es un deporte aburrido, y yo como espectador solo veo los últimos cinco kilómetros", asegura Sagan.
Acude al Mundial “más para estar" y “para llevar el maillot de Eslovaquia". “Pero no voy allí con esperanzas. Quien vive esperando, muere cagando", dice el tres veces campeón del mundo (2015, 2016 y 2017), que descarta cambiar de perfil y dedicarse a luchar por la clasificación general, como hizo en su día Alejandro Valverde.
“Yo peso 80 kilos… Si debo perder más de 10 kilos, yo, que no tengo grasa, ¿de dónde lo pierdo? ¿Voy a arriesgarme a dejar de ser lo que soy? No"...