A estas alturas, sobra decir que Judith Corachán se ha consolidado como una referencia en el triatlón de larga distancia. Prueba de ello es su segundo puesto en el TRADEINN 140.6INN International Triathlon que se disputó el pasado domingo en Platja d'Aro (Girona), donde se proclamó campeona de España de esta especialidad LD.
Fiel a su costumbre, la triatleta catalana ha vuelto a escribir en su web una crónica en primera persona de cómo vivió la prueba, desde las horas previas hasta que cruzó la línea de meta. Un relato de lectura obligada si, como Judith, haces distancia IRONMAN o tienes pensado afrontarla en el futuro...
"Un IRONMAN impacta de lleno en tu rutina, tu tiempo, tu cuerpo, tu mente, tu dieta, tus relaciones sociales y personales durante los meses y semanas previas. Sin embargo, lo que te condiciona por completo es la semana de competición. Es llegar el lunes y todo se transforma. Todo se magnifica. Los nervios aparecen de golpe y con fuerza. El cuerpo se altera", explica la flamante campeona de España de Larga Distancia.
"Pistoletazo de salida. Hago una rápida y gran entrada al agua con la que me escapo en solitario desde la primera brazada. Parecía que mi competición era la de élite masculina que había salido dos minutos antes. Así que… me fui a por ellos. Eso me motivó mucho. El no parar de dar caza a chicos fue muy apasionante. No sé a cuántos pillé, pero fue a muchos (había unos 110 participantes élite). Eso hizo el nado más ameno...
...Después de una transición peligrosa y muy resbaladiza (y más con mis pies sin tacto ni control alguno), conseguí coger la bici sin matarme en ese parking. Aquello fue un poco surrealista, parecía que estabas en un juego que consistía en cómo hacer la transición más lenta de tu vida, jajajaja. Resultado: Si corrías, estabas muerto", comenta Judith sobre este "grave error" de la organización, que ya ha pedido las pertinentes disculpas.
"El sector ciclista fue un mano a mano con Emma... Los kilómetros pasaban y mi sorpresa era que los chicos élite no nos daban caza. Habían empezado dos minutos antes que nosotras. Sabía que les iba a pasar en el agua a muchos, pero contaba con que me la iban a devolver en la bici. Y para nada fue así. No nos pillaban ¡Qué fuerte! Yo estaba eufórica con eso. Espero que nadie se moleste por ello, pero es que realmente les estábamos plantando cara en bici. Tanto es así, que no solo no nos pilló ni uno, sino que alcanzamos a varios que nos habían adelantado muy al principio. Ese momento fue de subidón. Estar alcanzando el kilómetro 130, donde la bici empieza a atragantarse, las horas pesan y la fatiga se muestra presente, ves que vuelves a pescar a los cuatro o cinco chicos que te habían pasado hacía más de dos horas, fue impensable, alucinante. Uno de ellos era Iván Alvárez, un gran amigo al que le tengo mucho aprecio y cariño. Me encantó compartir carrera con él e írmelo encontrando, pero me sabía mal pasarle. Luego corriendo me pegó un repaso y me alegro mucho", aclara.
"Cuesta creer que la maratón se me hiciera durísima. Cuesta creer que tuve momentos muy duros, muy malos. Momentos en que la cabeza quiso vencerme y estuve apunto en varias ocasiones de dejarme llevar por ella, dejarme llevar a su lado más oscuro. A su vertiente negativa. Tuve momentos que hasta te molestan todos esos ánimos. No os ofendáis, por favor. Pero cuando el cuerpo te pide a gritos que pares, que lo dejes… las palabras de aliento se vuelven en tu contra y parece que hasta te irritan. Solo por el hecho de esa rabia que te da que te animen cuando estás jodida, muy jodida. Qué crueles somos, o mejor dicho, qué cruel es nuestra mente. Y qué desagradecida...
...Qué cruel es la maratón de un larga distancia. Cada kilómetro juega contigo, te pone a prueba. Y hay veces en que te das cuenta de que solo se trata de ignorarlo. Si no, es imposible vencerle. En cada tramo te va hacer creer que no puedes, que no vale la pena y que no vas a poder con lo que queda. Pero si eres capaz de esquivar ese obstáculo, ya has dado un paso importante. Luego va a venir otro, seguro, pero toca volver a sortearlo. Es como remar contra corriente", asegura Judith, que concluye así:
"Una larga distancia condiciona mucho. Lo hace antes, durante y después. Y cuando lo has dado todo, lo has luchado y lo has sacado con nota, te perdura el sentimiento de satisfacción por mucho tiempo. Casi tanto como el dolor de patas"... ¡¡Bravo, Judith!! Lo dicho, merece la pena leer la crónica completa...