"Nunca había tenido esa sensación de inspirar, es la caña; más gratificante que ir a los Juegos"

La particular batalla de Omar Tayara contra el coronavirus.

EFE (Carlos Mateos Gil)

"Nunca había tenido esa sensación de inspirar, es la caña; más gratificante que ir a los Juegos".
"Nunca había tenido esa sensación de inspirar, es la caña; más gratificante que ir a los Juegos".

La misma constancia que llevó a Omar Tayara a recorrer kilómetros y kilómetros nadando, en bicicleta y a pie hasta participar como triatleta en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 representando a Siria es la que aplica en la lucha contra el coronavirus.

Deportista y actual empresario encaró la crisis al frente de Taymory, una de las compañías de referencia a la hora de elaborar material técnico para triatlón y ciclismo. La pandemia le ha obligado a replantear su exitoso proyecto pero en lugar de cruzarse de brazos y esperar a que todo pase, ha optado por dar un paso al frente.

Para ello se ha servido de dos grandes armas, la voluntad de ayudar y su capacidad productiva. Una y otra fueron el primer eslabón de una cadena solidaria que arrancó con un wasap y ahora sirve para surtir de material sanitario a diversos hospitales.

"Todo ocurrió hace dos sábados. Estaba viendo la televisión y decían que no había máscaras ni batas, que la gente se las estaba haciendo con plástico. Envié un wasap a un grupo de amigos de la universidad, empresarios y médicos preguntando por el tejido homologado y específico", indica a EFE.

"Me empezaron a explicar los tipos y enseguida una persona me dijo que conocía a otra que ya estaba colaborando, una empresa que se llama Tapizados ZEN que ya estaba empezando a hacer mascarillas y batas. Nos puso en contacto", rememora.

Una conversación después, con la presencia también de Ecox, el motor ya funcionaba. Ellos compraban el material y cortaban el tejido, asociaciones de costureras lo confeccionaban y entre la Policía Nacional, la Guardia Civil y SEUR de forma altruista se encargaban de los procesos de distribución.

Se movía así un transatlántico de solidaridad al que se han ido subiendo nuevos pasajeros como Comodón, un fabricante de colchones que donó 1.500 unidades a IFEMA, o las mujeres del Centro Penitenciario de Alcalá, quienes se han puesto a coser.

Ahora esperan que mediante la microfinanciación colectiva siga entrando más músculo económico que permita financiar la compra de materia prima para donar más batas y mascarillas. Pese a todo Tayara no puede evitar pensar, como empresario, en lo que espera a la vuelta de la esquina: "Me preocupa mucho lo que venga después. La economía en España está en serio riesgo".

En ese sentido cree que una solución para la suya y otras compañías del sector textil pasaría por que el estado les encomiende la fabricación del material sanitario en lugar de adquirirlo desde fuera.

El 'después' llegará pero de momento trata de disfrutar sacando lo positivo de su actual labor: "Yo he pasado de la preocupación a estar eufórico porque cada vez que alguien me llama o me da las gracias porque le hemos ayudado, gratifica".

"Cuando consigues una medalla o ir a los Juegos disfrutas en el camino pero aquí disfrutas más con el resultado. Nunca había tenido esa sensación de inspirar, es la caña. Tu familia y tus amigos están orgullosos, también gente con la que hace mucho que no hablabas. Lo mismo la situación va a peor pero para mí es más gratificante que ir a los Juegos", finaliza.