El mítico Cam Brown, descalificado del IRONMAN Nueva Zelanda ¡por correr con las 'zapas' de su hijo!

Camino de los 49 años, el legendario triatleta neozelandés ha terminado la prueba en menos de 9 horas, pero ha sido descalificado reglamentariamente.

El mítico Cam Brown, descalificado del IRONMAN Nueva Zelanda ¡por correr con las 'zapas' de su hijo!
El mítico Cam Brown, descalificado del IRONMAN Nueva Zelanda ¡por correr con las 'zapas' de su hijo!

Hace un año, también en el IRONMAN de Nueva Zelanda, Cameron Brown volvió a demostrar que, para él, la edad no representa ningún factor limitante, más bien todo lo contrario...

El legendario triatleta, que el próximo 20 de junio cumplirá 49 años, acabó en la 6ª posición, con un tiempo final de 8h14' y un maratón en 2h51', a pesar de que durante la preparación estuvo hasta siete semanas sin correr por una lesión.

En 2019, no pudo acabar la prueba. Pero, hasta ese momento, llevaba 20 podios consecutivos: 12 victorias, 5 platas y 3 bronces. Además, un año antes, en 2018, había corrido el maratón en 2h41', para terminar en meta en la 3ª plaza y con su mejor marca personal de siempre en esta competición (8h07'10"). 

En la edición de este año, que se ha disputado este mismo sábado –con victorias de Braden Currie (7h57) y Hannah Wells (9h01)–, el triatleta neozelandés, capaz de conquistar dos platas (2001 y 2005) y dos bronces (2002 y 2003) en el Mundial IRONMAN de Kona y que también ganó el Campeonato de Europa IRONMAN de Frankfurt (2006), ha terminado la prueba en 8h58, su registro más lento hasta ahora en el IRONMAN Nueva Zelanda.

Sin embargo, lo peor no ha sido su tiempo final en meta –a más de una hora del ganador–, sino la descalificación. Y es que 'Cam' ha infringido la norma que prohíbe recibir cualquier tipo de asistencia externa durante la prueba. Así lo ha explicado en las redes sociales:

"Bueno, he terminado la carrera pero, lamentablemente, descalificado. Las cosas iban bien y me sentía bien al bajar de la bici, pero en los primeros kilómetros de carrera mis pies se iban hinchando cada vez más y la articulación del dedo gordo se agarrotaba. Traté de estirarlo y me detuve varias veces, pero cuanto más seguía corriendo, más dolor sentía. A los 20 km, mis caderas también se habían agarrotado y me vi obligado a caminar. Vi a mi hijo en una cuneta de la carretera y cambié mis zapatillas con él. Inmediatamente, sentí que el dolor se aliviaba, aunque todavía me quedaba una tirada larga y lenta hasta el final, que es todo lo que quería hacer para honrar una carrera que ha sido tan buena para mí"...