La hazaña de Eduardo Oliva, bicampeón del mundo en Ibiza: “O puerta grande… o enfermería"

La crónica en primera persona del paratriatleta Eduardo Oliva, que tuvo que sobreponerse a infinidad de contratiempos para llevarse el oro en Ibiza en el Mundial de Triatlón Cros y en el de Larga Distancia.

Fotos: JCDfotografia

La hazaña de Eduardo Oliva, bicampeón del mundo en Ibiza.
La hazaña de Eduardo Oliva, bicampeón del mundo en Ibiza.

Mi aventura en el Mundial Multideporte de Ibiza comenzó el viernes en el Triatlón Cros, donde, viendo la dureza del circuito… siendo el único paratriatleta en mi categoría… y pensando en mi reto en la la prueba de Larga Distancia del domingo … en mi cabeza solo rondaba el pensamiento de que iba a tomarlo como si fuera a ‘pasear’.

Fui el primero de todos los paratriatletas en salir del agua, pero el ‘paseo’ por las colinas de San Antonio se tornó en drama cuando, en el kilómetro 3 de 11 de la bicicleta, sé salió el pedal de la pierna buena y, por lo tanto, las cuestas arriba las subí corriendo a pie; y en las bajadas tiré de kamikaze pensando en el tiempo de corte. Ya la carrera a pie la tomé con calma después del sofocón del pedal.

El domingo era el gran día: mi primer Larga Distancia. Sin esperar tener más percances, seguí las órdenes de mi entrenadora Patricia Bueno: “Nada a tu gusto y en la bici no me pases mucho de 250 vatios y haz tu carrera a 6 km (parecerá lento, pero mi discapacidad está en la pierna) y lo bordarás”.

Dicho y hecho… En natación terminé el primero de los 4 paratriatletas; en la bici me pasó uno de los tándems al principio (no es mi guerra) y yo seguí a mi rollo con los vatios, pero llegando al kilómetro 40 me picó una avispa en la rodilla mala, no soy alérgico, pero aun así se me inflama.

Llega el segundo avituallamiento cuesta arriba y se me sale la cadena... ¿Podría pasarme algo más?

Salí a correr al ritmo acordado y lo fui cumpliendo hasta que, en el kilómetro 16 ó 17, hubo un giro dramático en los acontecimientos: bajando del castillo salté un escalón grande y sentí un dolor tremendo en las partes nobles.

Corrí como pude e intenté arreglar la situación, pero veía que yo solo no podía, por lo que vinieron los médicos  a intentar arreglarlo. Me dieron dos opciones: “O abandonas o al hospital”. Aun así, lo intentaron arreglar en el momento. No lo lograron del todo,  pero algo mejoró.

PUERTA GRANDE O ENFERMERÍA

Decidí terminar los últimos 13 kilómetros como pude y al final de la prueba regresé con los doctores, pero ya con la medalla de oro en el bolsillo.

A la espera del diagnóstico definitivo, este Mundial fue épico para mí y jamás lo olvidaré.

¡Las carreras no se acaban solas: hay que vivirlas!

Eduardo Oliva

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