El pasado fin de semana, la playa de Samil de Vigo acogía la Copa del Mundo de Paratriatlón.
La primera categoría en tomar la salida fue la de PTVI, para los triatletas paralímpicos con discapacidad visual, y con la ídolo local Susana Rodríguez dispuesta a luchar por la medalla de oro en casa junto a su guía Sara Pérez Sala.
Pero de igual manera que sucediera en Pontevedra hace unos meses, la mala suerte se cebó con la medallista de oro olímpica, ya que sufrían un accidente en el segmento ciclista, en la tercera vuelta, que las impidió finalizar la prueba y teniendo ambas deportistas que ir directamente al hospital.
Una dura caída que ha relatado y sobre la que ha reflexionado en primera persona la propia Susana en las redes sociales:
Goteros, alarmas, alguien que ronca fuerte y lo que más fastidia: algún ay de incomodidad o dolor.
Es noche en urgencias y los compañer@s trabajan para cuidarnos. Creo que muchas veces no valoramos lo suficiente la importancia de nuestra profesión hasta que llega ese día en que te ves del otro lado de la barrera.
No me puedo dormir, así que voy a escribir un poco...
Estábamos disfrutando de la Copa del Mundo de Paratriatlón en mi querida Vigo y tenia mucha ilusión por esta carrera.
Habíamos ya nadado y, con el cuerpo frío, nos subimos al tándem con ansia de poner en práctica algunas cosas que habíamos ensayado y repetido durante la semana: arrancadas, giros, acoplarse, etc. Todo, a gran velocidad.
Esta vez conocía la carretera, la habría recorrido cientos de veces… Estaba pasándolo genial cuando, en la segunda vuelta y de forma totalmente repentina, escuché un fuerte ruido y sentí cómo la rueda delantera era ya sólo una llanta sobre el asfalto. No recuerdo más.
Cuando volví a escuchar, estaba en un vehículo acompañada de al menos dos voces desconocidas que trataban de tranquilizarme. Tenía un collarín y algo de "oxígeno a 4 litros”.
Pregunté dónde estaba y qué hacía, también repetidas veces por Sara… No conseguía encajar las piezas del puzzle hasta que en un momento algo se conectó en mi mente. Pensé que sería algo positivo si podía mover las manos y los pies… Así que le di la orden al cerebro y comprobé que podía movilizarlos ¡Bien!
Oí la palabra Cunqueiro, nombre del principal hospital de la ciudad y, en poco tiempo, el motor se detuvo y se abrió una puerta. Lo siguiente que recuerdo es escuchar la voz de mi amigo y compañero @alomartis que no sé qué decía, pero fue como una benzodiacepina, al igual que escuchar que el TAC estaba bien.
A 70 km/h, con el casco destrozado por su lateral derecho y sin ver cómo ni hacia dónde caes, el impacto es brutal. Me faltaba saber cómo y dónde estaba Sara. Me decían que estaba bien, con heridas pero sin gravedad… Lo mejor del día fue cuando ella y Luis vinieron a visitarme.
No estoy enfadada, aunque no sabría explicar cómo me siento. La situación generó un miedo muy grande al “ver” tan de cerca la fatalidad.
No sé si miedo a lo que pasó, a lo que pudo haber pasado o a cómo seré capaz de volver a montar en ese tándem… Lo que sí sé seguro es que lo haré y que tengo alrededor a muchas personas que me van a ayudar.
Tenemos sueños bonitos por los que seguir luchando. Y no lo vamos a poner fácil.
A ver si duermo pronto…