Conquistadores de lo inútil

Correr una prueba de larga distancia, ya sea un triatlón, un ultra ouna prueba de bicicleta de montaña hace que saquemos de nuestro interior lo más profundo de nuestro ser

Diego Paredes

Conquistadores de lo inútil
Conquistadores de lo inútil

Parafraseando el título del libro de Lionel Terray “dedico” mi primera entrada en este blog a todos esos que ahora mismo están con esas mariposas en el estómago. Esa ilusión que nos hace levantarnos cada día para ir a entrenar antes de trabajar, o al mediodía sacando un hueco de donde no lo hay, antes o después de la jornada laboral o por la noche después del mismo. Aquellos que correrán este fin de semana alguno de los duatlones que se celebrarán o pruebas preparatorias como la Algarve Bike Race o cualquiera de las medias maratones, croses o populares en cualquier punto de la península.

El título del libro en cuestión que Kilian Jornet hace referencia en su libro “La frontera invisible” y habla sobre “la perspectiva mercantil” que rige el mundo de hoy en día. Habla sobre el esfuerzo de los escaladores, que es “inhumano”, todo para alcanzar las más altas cimas, sin encontrarse nada material, pero en cambio desde el punto de vista espiritual encontrarlo todo.

Correr una prueba de larga distancia, ya sea un triatlón, un ultra, una prueba de bicicleta de montaña… hace que saquemos de nuestro interior lo más profundo de nuestro ser, instintivo, primitivo. Llegamos a cotas de sufrimiento que jamás creíamos haber podido alcanzar o conseguir y todo ¿para qué?... pues me gustaría pensar que en la mayoría de ocasiones ­­como una superación personal, como un reto personal, deportivo, de vida, de auto-valoración...

Recuerdo perfectamente las semanas previas, los últimos días antes de cualquier prueba, ya sea distancia 226km u otra: nervios, dudas, ilusión, sentimientos muy fuertes, que sólo se viven esos días. Casi puedo recordar cada minuto de los últimos entrenamientos, quién me acompañó, qué fue lo que hice los días previos.

Cada noche, durante los últimos días intento visualizar lo que va a pasar el día “D” a la hora “H” desde que me levanto, colocación del box, saludar a compañeros, el calentamiento, la salida, como debo alimentarme, que voy pensar en los momentos clave, imprevistos…

Hacemos todos estos sacrificios diarios para lo que será un día único, irrepetible y mágico, cuando cruzamos la línea de meta, estoy seguro que os vendrán mil recuerdos a la cabeza, días de frío, calor, lluvia, viento, dolor de piernas, metros en la piscina en los que tirarse al agua ya es un “suplicio” (con malas sensaciones “de salida”), los kilómetros con la “grupeta” de amigos, las sensaciones de las transiciones al correr después de una bici exigente…

Uno de los momentos que más me gustan es intentar disfrutar de la salida en el agua con todos esos corazones latiendo a mil por hora, a primera hora de la mañana, de los primeros kilómetros en bici con el mono todavía mojado, recordándome que soy triatleta, aunque me crea ciclista. El paso de los kilómetros, sin olvidarme de comer, intentando mantener la posición a pesar del dolor por todo el cuerpo, el momento de la T2. La maratón en el caso de una prueba de distancia IM, es el momento en el que comienza la carrera, en la que te quedas “desnudo”, estás solo, cada paso es una lucha contra tu cerebro que te pide que pares, que vuelvas a la zona de confort, que ahorres. Recuerdo los últimos kilómetros en la maratón de Kona, Lanzarote o Vitoria, son únicos e irrepetibles. Pagaría por volver a sentir ese dolor, esa soledad, ese sufrimiento, esos ánimos.

Consigáis o no vuestros objetivos (ojalá que sí), de lo que estoy seguro es que seguiréis enamorados de este bonito deporte, que la meta no sea un fin, sino un medio.

Porque estoy seguro que habréis conquistado algo muy útil que quizás a priori no creíais encontrar allí.

Saludos