El Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada, ubicado a 2.320 metros sobre el nivel del mar, es un ir y venir de deportistas de altísimo nivel. Quizá sea ahora, en el mes de abril, cuando los atletas abundan más en este lugar. Hasta este complejo deportivo que cuenta con un sinfín de instalaciones para llevar al cuerpo al límite, entre las que se encuentra una pista de atletismo, han llegado en las últimas semanas algunos de los mejores atletas españoles e internacionales.
Aquí están (o han estado en las últimas semanas) Álvaro de Arriba, Jesús Gómez, Esther Guerrero, Ignacio Fontes, Saúl Ordóñez, Marta Pérez, Dani Arce, Mariano García, Abderraman El Khayami, María José Pérez, Nassim Hassaous, Solange Pereira, Lidia Campo, Rober Alaiz y Victoria Sauleda. Y esos son solo los atletas españoles.
Además de ellos, hasta aquí se han llegado Jakob y Henrik Ingebrigtsen, pero también los triatletas Fernando Alarza y Roberto Sánchez Mantecón –del grupo de entrenamiento del técnico Roberto Cejuela–, el marchador noruego Håvard Haukenes, el equipo nacional también noruego de triatlón, los ciclistas del Movistar Team que preparan el Giro d'Italia o la gran perla de este mismo deporte, el belga Remco Evenepoel.
Toda esta aglomeración de talento físico se da en un espacio que fue estrenado en 1992 pero que hasta 2004 no inauguró su residencia para alojarse y que cuenta con 89 habitaciones. Aunque a día de hoy con las restricciones necesarias derivadas de la pandemia de la COVID-19 la situación no sea igual que otros años, el ambiente de hermandad es constante entre los deportistas, que llegan aquí tras presentar una PCR negativa y realizar lo propio con un test de antígenos en el mismo centro.
En estos días una de las conversaciones que han surgido entre los deportistas concentrados ha sido esa en la que se debatía sobre la posibilidad de entrenar a diario con tu máximo rival. Aquí están conviviendo y entrenando muchos días mano a mano Esther Guerrero, Marta Pérez y Solange Pereira, las tres mujeres que han protagonizado la pelea por las medallas en los últimos campeonatos de España. También Jesús Gómez, Ignacio Fontes, Saúl Ordóñez, Nassim Hassous y Abderraman El Khayami, que este año lucharán por una de las plazas olímpicas en los 1.500 metros, como Álvaro de Arriba y Mariano García en los 800. O Lidia Campo y María José Pérez, que harán lo propio en los 3.000 metros obstáculos.
También los triatletas Fernando Alarza y Roberto Sánchez Mantecón, compañeros de fatigas y rivales en las próximas pruebas ITU (Federación Internacional de Triatlón). Es el mismo caso de las tres estrellas del triatlón noruego: Kristian Blummenfelt, Gustav Iden y Casper Stornes, que son inseparables en los entrenos pero contendientes sin cuartel en las carreras. O del grupo de entrenamiento de Mario Mola, dirigido por el técnico canadiense Joel Filliol y donde comparte sesiones a diario con el que será uno de sus máximos rivales en la lucha por el oro en los Juegos de Tokio de este verano: el francés Vincent Luis.
No ha habido mucho acuerdo sobre el tema, pero los hechos dejan claro que, al menos en esta época de periodo general, este grupo de atletas cuenta con un buen ambiente que es extensible a casi todo el conjunto del deporte de élite de nuestro país y también de otros.
Los aficionados nos quedaremos con sus actuaciones en las grandes citas internacionales, sus peleas sobe el tartán por las medallas y sus declaraciones tras las competiciones; pero ellos, cuando pasen los años, recordarán también con nostalgia e intensidad esos momentos de crecimiento físico y personal en los que la tensión de la competición todavía no se percibía. Esos días en los que lo único que importaba era entrenar y descansar, pero también conocer la realidad del día a día de otros hombres y mujeres que dedican su esfuerzo a dar vueltas a un óvalo de 400 metros a toda velocidad, hacer largos sin contemplaciones en una piscina olímpica o subir las rampas de Sierra Nevada con el corazón en la boca...