LA CABEZA ESTÁ SOBRE EL CUERPO
Es una simple idea, que para mí está clarísima, pero creo que me va a resultar complicado expresarla sin que suene a psicología barata de libro de autoayuda. Al grano: cada vez le doy más importancia a la cabeza. Creo que la cabeza, cubriendo unos básicos medianamente bien (entrenar, comer y dormir), es la que marca la diferencia de verdad. No me refiero al manido "si quieres, puedes". Me refiero al control (y por tanto la influencia) que ejerce el SNC (léase "la cabeza") sobre el resto del cuerpo en distintos aspectos.
Hace poco me preguntaban si el IM era más psicológico o más físico. Respondí que mitad y mitad, la parte física te permite plantarte en la línea de salida, la psicológica en la de meta, pero después me di cuenta de que no era del todo cierto. Es evidente que es necesario una forma física para acabar un IM y, siendo un defensor a ultranza del trabajo duro, no le quiero restar importancia, pero hay mucha diferencia de entrenar con un "set" mental u otro, tanto que, ejecutados los mismos entrenos, con distinta predisposición mental se obtienen resultados diferentes. Por eso les digo a los que me preguntan que vayan a la piscina y "se flipen" como si fueran Phelps, o a la pista como si fueran Gebre. Que pongan la calidad a su entreno desde la misma predisposición mental inicial. Evidentemente yo no puedo pretender ir a la pista a hacer miles a 2'20", pero, dentro de mi rango de ambiciones, si me veo a mí mismo en lo alto de mis posibilidades el resultado será mejor que si voy pensando que mi último entreno fue malo.
Hay diversos estudios recientes, entre los que destacan los de Tim Noakes, sobre el papel "controlador" (protector) del SNC sobre el agotamiento, velocidades de VO2max y otros parámetros del rendimiento que nos hacen recordar que no somos sólo máquinas que ejecutan entrenos. Por tanto es importante hacer un esfuerzo por ser consciente de los logros en los entrenamientos que nos hagan sentir que podemos correr a tal ritmo o en tal tiempo. Si no somos partícipes de nuestro proceso de manera consciente dando carta a la voluntad en nuestro proceso de mejora del rendimiento, poco nos diferenciaremos de un burro azuzado por una vara. Mientras entrenamos "nuestra cabeza aprende" que es capaz de hacer cosas insospechadas y "nos dejará" repetirlo más tarde.
Esto anterior en cuanto al proceso de entrenamiento, pero resulta que en el día D (y ahora vuelvo a lo que dije de llegar a la línea de meta), siguiendo esa faceta de control y protección, la cabeza, igual que propicia esas conductas de huida, parálisis o ataque, nos va a distraer de sacar el rendimiento por el que tanto hemos luchado entrenando.
Aparte, me parece muy productivo aprender a sacar lo máximo los días malos como inversión para los días buenos; buscar recursos propios cuando las cosas se tuercen es más fácil y esos recursos quedan a mano para los días más inspirados.