Pase lo que pase

Alberto Contador demuestra en la carretera, con las piernas y no con la lengua, que sigue siendo un pedazo de ciclista.

Antonio del Pino

Pase lo que pase
Pase lo que pase

Opinar es fácil... No diré que gratis, porque algunos cobran auténticos "pastizales" por decir una insensatez sobre otra.

No soy precisamente un fan ciego de Alberto Contador. De hecho, ni siquiera me gustan algunas decisiones que ha tomado puntualmente en su carrera deportiva... pero por encima de todo es una persona que pone todo su corazón y pasión, como así muestra sobre la bici. 

En lo deportivo me rindo a sus pies por cómo, en esta época de datos y métrica de todo, Alberto ha conseguido mantener el espíritu del corredor que revienta carreras a lo largo de toda su trayectoria.

Incluso el jueves, que como se vio llevaba las patas como la ceniza de un puro, fue el único con el gen de killer para asomarse delante del Sky a comprobar si realmente estaban preparando la hoguera o, como luego se vio, si sólo iban "calladitos" rentando el pánico escénico para retrasar el reventón de su líder lo más cerca de meta posible. Alberto iba muy tocado, como bien se vio al quedarse a unos metros de la cima. En un profesional es un síntoma de no tener ni una bala más, pero aún así le salió ese reflejo del "a ver si estás tan bien como presumes".

Y este viernes, Alberto Contador, que a todas luces ya no es quien era, la ha vuelto a liar... y va a cambiar la carrera. Se escapa con el líder tapado del Sky y demuestra que, pase lo que pase, digan lo que digan, y quién lo diga, es un animal que no se rinde, que seguramente lo de esta etapa va a acabar en nada, pero que muchos millones de euros ganados después, aunque el lunático y pataletoso de su ex jefe se empeñe en desacreditarle con esa soberbia de quien se sabe intocable, Alberto demuestra en la carretera, con las piernas y no con la lengua, que sigue siendo un pedazo de ciclista.