Tiempos de ilusión: ¿Qué le pides al 2020?

En fechas como estas lo normal es renovar la ilusión.

Óscar Díaz

Tiempos de ilusión
Tiempos de ilusión

¡Hay que ver cómo nos gustan los cachivaches, accesorios y equipamiento en general a los triatletas...y la de equipamiento que usamos! Reconozco que me fascina, que me encanta estar al día en cuanto a material y que para ello leo la revista, consulto varias páginas webs de marcas y ¡claro! estoy suscrito a algunas webs de venta de artículos por internet en las que consulto ofertas sólo por aprender un poco...y sabiendo de antemano que no voy a comprar ninguno de esos productos.

Pero, como estamos en Navidad, época de hacer regalos a nuestros seres queridos, de escribir la carta a los Reyes para mantener viva la fascinación de cuando éramos pequeños y ¡qué demonios! también es mi cumpleaños, voy a compartir contigo una pequeña reflexión que podría ser de lo más útil para cualquier triatleta que esté empezando. Y lo haré desde la sencillez de quien es consciente de sus limitaciones por edad, físico y ritmos de competición, que sabe que nunca va a estar rodando en los ritmos de cabeza y que, por consiguiente, no va a necesitar ese material tope de gama cuya sola presencia nubla el entendimiento.

No tengo grandes deseos: no hay una cabra nueva, ni unas ruedas aerodinámicas, o la inscripción a ningún IRONMAN. No, aunque tampoco me quejaría, ¡claro está! Tampoco se pueden pedir. Ni se pueden regalar las ganas de salir a entrenar un día lluvioso o cuando después de una larga jornada de trabajo te toca ya de noche volver a salir de casa para ir a la piscina. No. Eso, como el poder entrenar más duro o mejor -que no es lo mismo- tiene que salir de ti.

En cambio hay cosas, algunas poco lucidas para enseñárselas a los amigos presumiendo de quienes te las han regalado, pero con una importancia real brutal. Me estoy refiriendo una trilogía de lo más aconsejable: prueba de esfuerzo, test podológico para hacernos unas plantillas que nos permitan pisar bien de una vez y ajuste biomecánico de la bici. ¡Casi nada! La salud está en juego y si nos encanta el triatlón, entrenar y soñar con competir, la perspectiva de lesionarnos o tener que acortar nuestra vida deportiva resulta dolorosa. Muy dolorosa. Tanto, que de ese trío, y por ese orden, ya puede salir un buen regalo. Porque nos va a permitir saber hasta dónde exprimirnos, hacerlo con garantías y sabiendo que estamos sacando lo mejor que tenemos en nuestro interior.

Otro gran regalo podría ser enrolarnos en un club y ponernos a las órdenes de un entrenador. Mejoraremos no sólo porque puliremos nuestros gestos técnicos y pasar a ser más eficaces en nuestro rendimiento. Pero también porque vamos a someternos a una disciplina que sin un Pepito Grillo dándonos caña y un grupo de iguales con los que medirnos posiblemente nos faltara. Ese es uno de mis deseos para este nuevo año.

Pasando a lo material, lo más fácil para una lista de deseos, las posibilidades son muchas. Para algo nuestro deporte son tres y requieren enormes cantidades de material que abren el campo de actuación que permite a nuestros pacientes Reyes. Bici nueva, una mejora en la nuestra pasando de 10 a 11 piñones, el cambio electrónico si ya tenemos bici de contrarreloj, unas ruedas aero nuevas, unos acoples para convertir nuestra bici de ruta en una de crono… o hasta un bañador, una visera, unas gafas de nadar o unos humildes calcetines (técnicos, sin costuras y preformados para pie izquierdo y derecho, eso sí, que para algo nos gusta lo mejor). Posibilidades hay muchas y de precio muy variado. Pero debemos ser sinceros con nosotros mismos, y honestos si somos quienes regalamos, para lo cual no hay como conocernos bien, saber las necesidades y cómo un esfuerzo económico no va a suponer un acierto mayor. Porque si bien lo tope de gama, el carbono total, los neoprenos pata negra y demás material volador que usan los profesionales nos encantan y nos van a dar un placer de posesión imponente, posiblemente no sepamos, ni podamos sacarles el partido que merecen y ya vayamos a notar una imponente mejoría con una gama media o media alta…que no aumentaríamos en el caso de irnos a «lo más». Así que mejor mantener la calma al hacer la lista de los deseos.

No quiero ponerme sentimental. Pero considero que el valor real del regalo no es el económico sino la persona que lo hace, la ilusión y el esfuerzo que ha puesto en la elección y cómo su recuerdo, su presencia constante, es la que nos va a ayudar a sacar una sonrisa cuando estemos sufriendo entrenando, en competición o simplemente lo miremos. Y aunque para mí lo importante son los valores humanos, de amistad, camaradería tolerancia y esfuerzo, el día 6 de enero por la mañana me acercaré al árbol a ver si hay algún paquete con mi nombre. ¡A lo mejor he sido un triatleta bueno o alguien se ha acordado de mí!