Ojalá no te pase nunca

Hace cinco años, el día del padre, volví a nacer y desde aquí quiero compartir contigo una experiencia que espero nunca tengas que recordar

Óscar Díaz

Ojalá no te pase nunca
Ojalá no te pase nunca

Lo que iba a empezar como una inocente ruta en bici pudo acabar de la peor manera posible después de una caída ridícula, absurda, a unos tristes 7 km/h motivada en parte por falta de pericia en la bici. Mi cabeza impactó contra el suelo, mi cuello crujió y de inmediato noté un dolor brutal y cómo no podía mover el cuello. Aún en el suelo comprobé que podía mover los pies. Pensé que no era para tanto y en un acto de grave irresponsabilidad terminé esa ruta a pesar del dolor y lo que yo pensé que era una enorme contractura que me impedía mover el cuello en ningún sentido.

Un día después fui a mi médico de cabecera y sin siquiera una radiografía pero sí una receta de Ibuprofeno y Myolastán  retorné a mi casa hasta 48 horas después en que la persistencia de un dolor brutal y extrañas sensaciones me convencieron de acudir al hospital. A la vista de la primera radiografía saltaron las alarmas: Había estado haciendo vida normal con una vértebra (C5) fracturada y  una luxación cervical (C5-C6) de un centímetro de desplazamiento. Dicho de otra manera: me había roto en el cuello. Milagrosamente ni en el accidente, ni en esos tres terribles días, había habido una lesión medular que me hubiera dejado tetrapléjico; peor que muerto. Siete horas de cirugía en la magnífica unidad de cirugía de columna del hospital Ramon y Cajal (gracias Dr. Cimarra y todo el personal que me atendió ese día), una placa de titanio en el interior de mi cuello sirviendo de armazón para la zona reconstruida y varios meses de paciencia me han permitido no sólo volver a la vida normal, sino a una activa en la que el triatlón ha pasado a ocupar una parte muy importante.

Te cuento esto para si alguna vez tienes, o presencias un accidente sepas qué tienes que hacer, qué medios puedes tener a tu alcance y, sobre todo, qué NO DEBES HACER BAJO NINGÚN CONCEPTO. Tras un accidente, para de inmediato y valora el estado del herido: intenta no moverlo y ponte en la peor de las situaciones. No creas que es sólo chapa y pintura porque eso es lo habitual en una caída y piensa que ese dolor que sientes, o siente el herido, es soportable —somos triatletas, estamos acostumbrados a sufrir y el dolor es nuestro compañero— y no es grave.

Sin el material adecuado poco podemos hacer por mantener las constantes vitales ni mucho menos minimizar las lesiones. Tenemos lo básico y poco podemos hacer. Haz que la temperatura le afecte lo mínimo (dale sombra en verano o arrópalo en invierno –una manta térmica aluminizada cuesta poco, apenas tres euros, y te puede servir para mucho-) y pide ayuda profesional antes de tomar ninguna decisión.

Por supuesto, si estamos hablando de un ciclista, no le quites el casco o le abras la ropa. En este caso, una manipulación podría agravar cualquier lesión que tuviera.  Si hay algún tipo de inflamación,  el cuerpo presenta alguna forma extraña, o hay una imposibilidad funcional en alguna articulación, no lo muevas. Como mucho intenta que esté cómodo y si está en el camino, avisa a otros posibles ciclistas de la presencia de un herido. Cuestión diferente es si hay una hemorragia. En ese caso, presiona directamente sobre la herida con vendas o cualquier prenda y no la retires bajo ningún concepto hasta que llegue la asistencia. Por supuesto, si tuviera algún objeto clavado, no se lo arranques. Ese objeto está a su vez haciendo de tapón.

El número de teléfono de emergencias 112 es lo que más te puede ayudar. Intenta mantener la calma, que ellos te pedirán la información que necesiten para atender al herido. Funciona incluso en zonas sin cobertura de telefonía o datos y es más cómodo que algunas app como My112, de cobertura regional. Así que sólo debes acordarte de llevar tu móvil con batería para poder contactar con el auxilio, por supuesto mejor en una bolsa estanca que lo aleje de la humedad y el sudor.

No te voy a sugerir que lleves un botiquín de emergencias —aunque si llevas una gran Camelback tampoco te van a estorbar demasiado un par de vendas—, pero sí hay algunas cosas que pueden marcar las diferencias: Una pulsera de identificación de las que incorporan código QR, por ejemplo, no sólo va a dar al equipo de rescate información valiosa si te encuentran inconsciente, sino también personas de contacto que necesiten saber de ti.

Esa funda estanca en la que llevas el móvil puede valerte también para llevar un documento identificativo, la tarjeta sanitaria o, mejor aún, la licencia si estás federado. Apenas pesan unos gramos, no van a suponer una carga durante tu entrenamiento y sí te pueden sacar de un pequeño o gran apuro.  

No pretendo, ni puedo, darte ninguna lección sobre atención a heridos, pero sí me gustaría que si lees este post, no olvides su esencia. Yo también creí que lo de mi cuello era sólo una gran contractura y, minimizando la gravedad de algo que en cualquier amigo hubiera detectado de inmediato, pasé 72 horas yendo a trabajar y conduciendo con el cuello roto. Hubiera bastado una mínima colisión por alcance en el tráfico o una fuerte palmada en la espalda de un amigo al saludarme para no estar escribiendo estas líneas.