"Esa forma por la que tanto luché... ya se fue"

Las reflexiones de Clemente Alonso sobre la importancia de disfrutar del camino, del entrenamiento... y relativizar el resultado el día de la competición.

Clemente Alonso / Foto: Instagram Jan Frodeno

"Esa forma por la que tango luché... ya se fue"
"Esa forma por la que tango luché... ya se fue"

Efímero...

Este ha sido un año un poco extraño para mí. Ahora, a toro pasado, parece que sabemos ya a qué se debían las recaídas en las molestias de sóleo que he estado teniendo, que hacían que, llegando las semanas más duras de carga antes de un IM, mi sóleo dijera basta y, con una gran mayoría del trabajo hecho, a un mes de la prueba me viera fuera y cojo.

Siendo una molestia de tipo muscular, que por norma general curan más rápido que las molestias en tendones, por ejemplo, me he visto todo el año haciendo “prórrogas", porque, al estar en un buen estado de forma y siendo la lesión “de las que se curan rápido" (¡JA!), compensaba apuntarse a la siguiente, no muy lejos, para aprovechar esa forma (sí, manteniendo la carga, desgastándome).

Pero resulta que no, que a la siguiente aún seguía mal y a la segunda o la tercera, cuando parecía que ya salía, al achuchar como toca para correr una maratón de IM con garantías y cierta ambición, cascaba otra vez, como pasó en julio. El resultado es que me he pegado desde primeros de abril a mediados de septiembre en un estado bastante digno de forma todo el tiempo, pero también entrenando como un salvaje sin descanso, con la fatiga mental que conlleva.

Con mi hermano ha pasado algo parecido, hemos hecho ambos una mala gestión de las molestias y de los periodos de descanso, que, aunque a posteriori todo es muy fácil, sí que nos sirve para poner una serie de reglas que eviten esto en el futuro, porque tanta fatiga mental en el medio y largo plazo sólo pueden ser perjudiciales (aunque el voluntarismo -y hasta el “machaquismo"- nos permitan seguir). Otro día, “si eso", hablamos de cómo estamos diseñados los humanos para perdurar y de cómo no es tan difícil meterse en un “burn out" de campeonato a poco que no preste uno atención.

Por el camino decidí hacer unos bloques de volumen en bici, excesivamente duros “de cuello para abajo", pero que me tuvieron muy motivado “de cuello para arri- ba", que no sólo de rendimiento vive el hombre y sin ilusión acaba uno siendo un robot. Después, cansado de estos bloques y de un exceso de carga laboral donde rondé el “burn out" que mencionaba antes, me vi haciendo algo que el currante que hay en mí jamás hubiera hecho antes: aunque no podía correr no intenté compensar entrenando más en otras disciplinas y me limité a hacer lo que tocaba en ellas, bus- cando ir menos cansado para curar mejor la lesión. Esto, a lo largo de 6 semanas, me tuvo trabajando intensidad fresco (al trabajar en menor estado de fatiga, estaba con frecuencia trabajando entre 10 y 30 vatios por encima...). De repente me vi en la mejor forma de mi vida en bici, con 40 años. No sé si se debido al volumen hecho antes, al haber ido más descansado la intensidad que hice más tarde o, quizá más probable, a la mezcla de ambas. A veces “se equivoca uno bien", aprendiendo por accidente.

Para finales de agosto, es decir, más de cuatro meses después de caer, fui a Copenhague a hacer la natación y la bici, como entrenamiento; empecé a correr apenas dos días antes. Como esperaba, hice la mejor bici de mi vida, a estas alturas, bajándome bien para correr si no llevara solo unos días libre de molestias. Ahora se trataba solo de arrancar a correr, pero con cuidado, que ya había sufrido alguna recaída. Pensé que podría llegar a Barcelona, pero, “por fortuna", tuve unas molestias de espalda que me invitaron a progresar más despacio, de cara a Arizona, 7 semanas más tarde. A Arizona fui muy en forma, una de las mejores de mi vida, por eso no estoy satisfecho con mi rendimiento físico, aunque sí del psicológico, ya que nunca había luchado tan bien con tan malas sensaciones. No va a ser malo todo lo de hacerse mayor. Al final, siete meses entrenando muy, muy duro para una prueba, casi un año desde que arranqué la temporada, sí, para una sola prueba.

Sobre todo esto anterior, varias cosas... Nunca se deja de aprender, aunque sea por error (por eso es importante saber reconocerlos). A veces hace uno las cosas muy bien por accidente y no necesariamente ha de saber qué hizo bien. Tras tantos meses de molestias, paciencia y trabajo, llegué a una de las mejores formas de mi vida, la prueba, su resultado no me importa tanto.

Ahora, semanas después, esa forma por la que tanto luché ya se fue, como si no valiera nada ya. Aún así, efímera, breve, improductiva en términos sociales o incluso laborales, por duro que se hiciera o quizá sobre todo porque ha sido muy difícil, mereció la pena. No estoy muy seguro de que esto sea algo que se pueda explicar, al menos fácilmente, pero no está de más señalar que este proceso de entrenar que nos llena y enseña tanto a algunos, con tantos matices, tanto aprendizaje, más allá del deporte o la competición, parece que es para llegar a esa forma tan fugaz, a aquel día de dorsal, y nunca nos dejará de verdad nada más (y nada menos) que lo experimentado por el camino, otro motivo más para centrarse en el proceso, no tanto en el resultado. ¡Qué dure!