Cada vez me gustan más las carreras pequeñas, esas carrera ‘de pueblo’, como cariñosamente suelen llamarlas sus propios organizadores: personas que ni sueñan, ni pretenden que la lista de participantes alcance las cuatro cifras y que simplemente buscan fomentar la afición en sus pueblos, dar un motivo de conversación a la población más envejecida, y que se suelen encontrar fuera de los grandes circuitos de carreras de nuestras ciudades. Algunos, incluso, no contentos con organizarla involucrando a todas las ‘fuerzas vivas’, llegan a extremos como diseñar y fabricar los trofeos.
Si eres buen corredor, ten claro que vas a poder apretarte todo lo que quieras, porque los tiempos de cabeza de carrera van a ser casi los mismos de cualquier otra popular. En cambio, si eres como yo, de esos que vamos justitos en calidad atlética y nos acercamos más al final de la clasificación que a la cabeza de carrera, te recomiendo que pruebes a participar en una de estas carreras locales. Posiblemente sea lo más cerca que vayas a estar de sentirte como un pro en detalles como la recogida del dorsal, rápida y personalizada, la atención en la zona de salida o meta, empezar a correr con poco riesgo de tropezones… Por asfalto, y más si es por montaña, más de un voluntario de la organización van a reconocerte y jalearte cuando te aproximes a los puntos de control de la carrera. Sí. A ti, porque conocen cuál es tu esfuerzo y que te lo mereces tanto como el que ha pasado media hora antes. En meta podrás sentirte con una familiaridad imposible en carreras tan masivas e imponentes como una San Silvestre, un Maratón de Sevilla o un Medio Maratón de Madrid –gigantes capaces de aportarte otro tipo de sensaciones impresionantes, pero en las que tendrás un carácter mucho más anónimo–.
Pero ojo. No creas que no vas a correr o que vas a ir a pasearte. De hecho, posiblemente vayas a esforzarte más que en una más renombrada. Buena parte de los participantes van a ser miembros de clubes de atletismo amigos o rivales del organizador y eso quiere decir que quien va, va a correr. Vas a correr de lo lindo porque saldrás más cerca de cabeza de carrera… y a estas alturas, ya sabes que en una carrera, el ritmo real va a ser el del primer kilómetro, bien porque ‘se te caliente la boca’, creas que estás más fuerte de lo que realmente estás o simplemente que te apetezca exprimirte al límite. Así que, cuanto más cerca de cabeza de carrera salgas, más apretarás la quijada y mejorarás tu tiempo. Así pues, atletismo en estado puro, con la carrera lanzada desde el principio y en tan pequeño número de participantes, encontrarte en la mitad de la clasificación, ya es correr.
Recompensas puedes encontrarte muchas: huir del mercantilismo, un precio de inscripción a menudo bajo, correr rápido, sentirte parte del día de espectadores que salen al balcón a ver pasar a los atletas, el ambiente en meta donde se suelen degustar productos locales aportados por las empresas –garbanzos de la localidad, caldereta y huevos fritos… el bagaje de mis tres carreras este año– y, aunque no sea mi objetivo cuando me apunto a una carrera, una bolsa del corredor llenada con cariño, esfuerzo y la colaboración de las empresas locales. Pero, sobre todo vas a sentirte parte importante del día de ese pueblo. Así que ya sabes. Las carreras pequeñas también pueden darte enormes satisfacciones…