Carreras pequeñas, grandes diversiones

Si tu deseo deportivo es descubrir nuevas sensaciones, esforzarte como nunca y vivir un ambiente extraordinario, ¿por qué no buscar una carrera 'de pueblo'?

Óscar Díaz Fernández

Carreras pequeñas, grandes diversiones
Carreras pequeñas, grandes diversiones

Cada vez me gustan más las carreras pequeñas, esas carrera ‘de pueblo’, como cariñosamente suelen llamarlas sus propios organizadores: personas que ni sueñan, ni pretenden que la lista de participantes alcance las cuatro cifras y que simplemente buscan fomentar la afición en sus pueblos, dar un motivo de conversación a la población más envejecida, y que se suelen encontrar fuera de los grandes circuitos de carreras de nuestras ciudades. Algunos, incluso, no contentos con organizarla involucrando a todas las ‘fuerzas vivas’, llegan a extremos como diseñar y fabricar los trofeos.

Si eres buen corredor, ten claro que vas a poder apretarte todo lo que quieras, porque los tiempos de cabeza de carrera van a ser casi los mismos de cualquier otra popular. En cambio, si eres como yo, de esos que vamos justitos en calidad atlética y nos acercamos más al final de la clasificación que a la cabeza de carrera, te recomiendo que pruebes a participar en una de estas carreras locales. Posiblemente sea lo más cerca que vayas a estar de sentirte como un pro en detalles como la recogida del dorsal, rápida y personalizada, la atención en la zona de salida o meta, empezar a correr con poco riesgo de tropezones… Por asfalto, y más si es por montaña, más de un voluntario de la organización van a reconocerte y jalearte cuando  te aproximes a los puntos de control de la carrera. Sí. A ti, porque conocen cuál es tu esfuerzo y que te lo mereces tanto como el que ha pasado media hora antes. En meta podrás sentirte con una familiaridad imposible en carreras tan masivas e imponentes como una San Silvestre, un Maratón de Sevilla o un Medio Maratón de Madrid –gigantes capaces de aportarte otro tipo de sensaciones impresionantes, pero en las que tendrás un carácter mucho más anónimo–.

Pero ojo. No creas que no vas a correr o que vas a ir a pasearte. De hecho, posiblemente vayas a esforzarte más que en una más renombrada. Buena parte de los participantes van a ser miembros de clubes de atletismo amigos o rivales del organizador y eso quiere decir que quien va, va a correr. Vas a correr de lo lindo porque saldrás más cerca de cabeza de carrera… y a estas alturas, ya sabes que en una carrera, el ritmo real va a ser el del primer kilómetro, bien porque ‘se te caliente la boca’, creas que estás más fuerte de lo que realmente estás o simplemente que te apetezca exprimirte al límite. Así que, cuanto más cerca de cabeza de carrera salgas, más apretarás la quijada y mejorarás tu tiempo. Así pues, atletismo en estado puro, con la carrera lanzada desde el principio y en tan pequeño número de participantes, encontrarte en la mitad de la clasificación, ya es correr.

Recompensas puedes encontrarte muchas: huir del mercantilismo, un precio de inscripción a menudo bajo, correr rápido, sentirte parte del día de espectadores que salen al balcón a ver pasar a los atletas, el ambiente en meta donde se suelen degustar productos locales aportados por las empresas –garbanzos de la localidad, caldereta y huevos fritos… el bagaje de mis tres carreras este año– y, aunque no sea mi objetivo cuando me apunto a una carrera, una bolsa del corredor llenada con cariño, esfuerzo y la colaboración de las empresas locales. Pero, sobre todo vas a sentirte parte importante del día de ese pueblo. Así que ya sabes. Las carreras pequeñas también pueden darte enormes satisfacciones