“¡Ey, felicidades tío, ya eres todo un pro!” exclamó Primoz Roglic al verle en la salida del Gran Premio de Dinan. Bas se rió, chocando instantáneamente su puño con él. “A ver lo que me dejáis durar en la carrera, acordaos de los humildes”, respondió entre risas. Hoy era un día propicio para probarse. El equipo le había dado libertad, vistos sus antiguos resultados como amateur en la Paris Roubaix.
A escasos metros, tras las vallas, numerosos aficionados reparten elogios para ambos. Bas se acerca sin dudar a fotografiarse con algunos de ellos. No ha sido el único momento. Frente al autobús de su equipo, el Bingoal Pauwels Sauces WB, numerosos fans coreaban su nombre. Y lo mismo en aquella escapada en la Kuurne-Bruselas-Kuurne donde los aficionados incluso portaban carteles con su nombre. ¿Demasiados elogios para un modesto debutante en la categoría? Es el curioso caso de Bas Tietema.
A Bas lo que le gustaba de pequeño era el fútbol, pero una lesión de rodilla le apartó de su deporte preferido. Inquieto, tan sólo podía acceder a una bicicleta con la que evitar impactos y fortalecer su rodilla por las planas calles de Zwolle, la lluviosa localidad del centro de Holanda donde vivía. A cambio, los Tours de Armstrong le animaron a probar con un dorsal. Descubrió que tenía facultades. En categoría junior apenas tenía rival.
“Tú tranquilo, que los equipos vendrán a ti para proponerte correr con ellos”, le decían. Pero nadie lo hizo. Por eso decidió ser él quien diera el paso. Mandó un mensaje a Rick Verbrugge, gestor del equipo de desarrollo del BMC y otro a Axel Merckx, del Axeon. Ninguno contestó. Pero Bas seguía ganando. Fue tan solo al ganar una etapa en una prueba internacional cuando Verbrugge respondió escueto: “Tengo dos huecos, ¿quieres uno?”, leyó emocionado.

Su trayectoria parecía ir rodada. Los resultados eran prometedores hasta que en una de las carreras, notó que tenía la rueda delantera pinchada. Al intentar verificarlo y hacer fuerza sobre ella, ésta se soltó de la horquilla, cayendo al arcén sobre uno de sus hombros. Al levantarse, se mareó. Tenía una clavícula fracturada.
Tras la operación Bas sintió que, quizás como reacción a los medicamentos que tuvo que tomar, su piel erupcionaba, generando grandes ronchones rojos por el pecho y espalda. Pasaba el tiempo pero ningún tratamiento le aliviaba. Sentía picores entrenando, pero también cuando se alteraba o simplemente al sentir calor en una habitación. Su salida del BMC no ayudó, como tampoco su paso por modestos equipos continentales, como el An Post Chain Reaction (en 2017) o el BEAT Cycling Club (2018). Muy a su pesar, decidió dejar el ciclismo en activo.
A cambio, su pasión por las redes sociales le llevó a crear un canal de Youtube: “El Tour de Tietema”. En él, Bas acerca el ciclismo a la gente de forma fresca, con un lenguaje cercano, desplegando complicidad con el ciclista. Además, sus ojos azules y su lisa melena rubia que nunca deja de recolocar le perfilaban como el perfecto influencer. Su apogeo llegó durante la cuarentena. Su momento álgido, el día que Primoz Roglic le invitó a tomar una cerveza junto a su familia en pleno Tour de Francia de 2021, el mismo día que el esloveno se retiró. Fue un video cargado de emotividad. Aquello no gustó mucho a los organizadores, pero al público sí.

Pero Bas necesitaba un plan “B”. Las erupciones en la piel apenas se dejaban ver. Y seguía doliendo el recuerdo del abandono prematuro de la bicicleta. No se lo pensó. Contactó con el Bingoal, equipo belga que sponsorizaba el canal. Christophe Brandt, mánager del equipo, le invitó a una reunión. “Mira Bas, esto no es un juego. Lo del canal está muy bien, pero ser ciclista es otra cosa”, le explicó. Aun así, le lanzó un desafío. “Pierde peso, entrena y ven a nuestro training camp de invierno en Alicante. Si funcionas, serás uno de los nuestros”, le dijo. Luego puntualizó: “Te voy a pedir el doble que a los demás. No quiero suspicacias con tus compañeros. No quiero que piensen que estás aquí sólo porque eres conocido”, finalizó.
Meses después, el equipo tomó una decisión. Bas había superado la prueba. Había adelgazado casi 15 kilos. Sus números eran suficientes para rodar en un pelotón profesional. Su simpatía, hizo el resto. Para un tipo tan abierto como él, meterse a sus compañeros en el bolsillo apenas le llevó los días que duró la primera concentración oficial.
“Ludo Tío, que pasa si me sale mal, si no termino ni esta carrera”. Ludovic Robeet, el compañero que compartía habitación con él no pudo evitar reírse: “Pues de cabeza al canal de youtube, y así nos dejas en paz”, bromeó. “Tú tranquilo, estás bien, vas a callar muchas bocas”, le dijo. En su debut en el Tour de Antalya el pasado mes de febrero, cuando apenas llevaba unos día confirmado como nuevo corredor del equipo, Bas logró terminar entre los 25 primeros en la primera etapa, lo que le hizo pensar que la decisión de probar como profesional había sido buena idea.

“Hey Bas, aquí vamos”, le silba Roglic. Los equipos del World Tour pasan como flechas en las clásicas. Parecen tener su hueco reservado. Jonas Vingegaard también le supera como una exhalación. El Jumbo Visma rueda unido. Por el pinganillo los directores avisan de que se acerca un nuevo tramo de pavés y eso genera tensión en el pelotón. Kilómetros después alguien grita. Varios corredores del BORA caen. Bas consigue esquivar la caída saliéndose de la carretera. Sin embargo, cuando consigue retomar la marcha, el pelotón ya sólo se vislumbra a lo lejos. Deberá conformarse con el grupito de diez corredores al que acaba de unirse. “¡Vamos Bas!”, le grita uno de ellos. Unos le conocen por su canal. Otros, en cambio, ya le respetan en el asfalto. Tras cruzar la línea de meta, extenuado, unos aficionados le señalan: “Mira, es Bas Tietema, el youtuber que se hizo ciclista”.