Aún tienes tiempo para aprender

Nuestro 'triatleta novato' lo tiene claro: siempre es posible mejorar.

Óscar Díaz Fernández

Aún tienes tiempo para aprender
Aún tienes tiempo para aprender

Si quieres mejorar, puedes. No me cabe duda. Podemos mejorar entrenando más, o mejor, buscando puntos de mejora técnica y «pulir» esos errores que hemos interiorizado año tras año por ignorancia o la comodidad que da la zona de confort y nos impiden mejorar nuestro rendimiento.

Puede sonar a propósito de año nuevo, uno de esos que sabes que tienes que acometer pero te producen pereza, y en realidad lo es. Pero en 2023 me he propuesto avanzar en tres o cuatro puntos concretos ya identificados gracias a la observación de algunos amigos de entrenamiento. Si tú haces lo mismo, posiblemente marques un salto de calidad en esta temporada.

En mi caso, en la piscina, olvidados ya los miedos de perder las gafas al lanzarme de cabeza al agua, pretendo mejorar la respiración bilateral. Siempre he respirado a sólo un lado, a la izquierda, y es un factor claramente limitante, además de tan perjudicial como cualquier deporte asimétrico.

En la piscina, cuando te cruzas con otro nadador, quieras o no, te «tragas» su ola ya que no te protege la corchera y ¿a que no hace gracia cuando esa ola te pilla con la boca abierta respirando? Y en una competición, además de no llevar controlados al resto de nadadores, corres más riesgo de desviarte y de sufrir indeseables encontronazos con otros deportistas que por ir en tu ángulo muerto no puedes evitar. Ya son dos buenas razones para ser capaz de respirar a los dos lados.

De momento, estoy haciendo ejercicios de técnica y en tiradas a ritmo cómodo con tres brazadas por ciclo de vez en cuando lo consigo sin problema. Aún queda trabajar para hacerlo cuando el ciclo de brazada sea de dos, pero hay futuro.

El otro propósito marcado es conseguir voltear de una manera más o menos digna para perder menos tiempo en cada viraje. No es que en un tri vayamos a voltear demasiado, pero sí que en la piscina vamos a poder hacer un trabajo continuo, sin paradas cada 25 segundos que aprovechemos para “hacer trampa” con una ‘paradiña’ que nos deje respirar al tocar el borde, girarnos y empujar. Bueno. También lo tendremos más fácil para mantener el pique no confesado que con quienes nadan en calles aledañas al evitar ese frenazo y arranque posterior.

Lo vi claro en la quedada navideña 50x50 de mi club. Equipos de diez nadadores que debían relevarse cada 50 metros durante 50 minutos. Ahí vi cómo al llegar al punto de vuelta, cada nadador con el que coincidía, desaparecía de mi vista y me metía unos metros preciosos. Estoy con ello y a modo de regalo de cumpleaños, me regalé diez minutos ejercitando los rudimentos básicos del volteo. Queda mucho, pero podré con ello. Como también podré con ese brazo izquierdo con el que ayer mismo detecté que no agarro tanta agua como con el derecho y esa brazada que no remato en su fase final. Tiempo al tiempo. 

En la carrera a pie me ha pasado algo parecido. Conocía de mi correr pesado, de frecuencia lenta y zancada media con mucho impacto de talón. Y saliendo con los compañeros «Grupo A» de la empresa, esos que a 3’30 van charlando y son capaces de ir a 5 por no dejarte solo, me dieron la clave para poder aumentar el ritmo de carrera. Ese «inclina el cuerpo hacia delante y baja la cabeza y verás cómo pisas más fácil» aún resuena en mis oídos. El resultado fue sorprendente. Parecía cambiar el ángulo de impacto en el suelo, la facilidad con la que avanzaba y ¡que demonios! ¡hasta me gusté al verme en una foto! y el resultado frente al crono también mejoró... Me queda mucho: fortalecer lumbares, abdominales, gemelos etc., para poder soportarlo durante toda la carrera y tener automatizado el gesto, pero sé que estoy en el camino correcto y hay progresión.

Si tú haces lo mismo, también mejorarás en tiempo y, sobre todo, en sensaciones, que es lo que podemos buscar los aficionados. Rodéate de gente buena —en lo deportivo y en lo humano—, comparte sesiones de entrenamiento, fija tus puntos de mejora y avanza a por ellos sin miedo. Puedes superarlo. Como superaste aquella ansiedad inicial a que se te cayeran las gafas al saltar al agua de cabeza desde el borde de la piscina cuando estabas aprendiendo.