Un año más: un kilo menos para igualar el rendimiento

Vamos a verificar aquel viejo eslogan publicitario de 'no pesan los años, pesan los kilos'.

Óscar Díaz Fernández

Un año más, un kilo menos para igualar el rendimiento.
Un año más, un kilo menos para igualar el rendimiento.

En los últimos tiempos, pandemia de Covid-19 incluida, muchos hemos establecido una relación de amor-odio con nuestros rodillos en una versión casera de la “cueva del dolor” del Lionel Sanders de turno.

En mi caso, también aproveché la corriente favorable generada por el efecto Covid (la pérdida de apetito, debilidad, subida de pulsaciones en reposo, etc., me rebajaron los dos primeros kilos) para cuidar la alimentación (los dulces son premios y no hábitos, reducir los fritos e hidratos basados en harinas refinadas) y desgastar el plus de energía alternando el rodillo y algo de trabajo complementario. Me he encontrado con unos resultados sorprendentes.

Han sido casi 4 kilos más los perdidos, para un total de 6, y una vez retomada la semi normalidad, la recuperación de unas sensaciones casi olvidadas, muy buenas, primero en bici, luego volviendo a correr a pie, con el crono y el pulsómetro avalando esa impresión subjetiva.

La ecuación es sencilla. Si rebajas peso sin perder masa muscular, mejoras tu salud, tu condición física y tu rendimiento. Llegas incluso a compensar la pérdida de fuerza asociada a la edad. Primero, por esa adaptación muscular que te da el poderío; y, segundo, porque la pérdida de peso mejora directamente tu relación peso-potencia... ¡y de qué manera!

Por usar ejemplos básicos, me he visto en los recorridos ciclistas de referencia subiendo más deprisa, con un par de piñones menos (el 19 ó el 21 donde otras veces iba con el 24 o hasta el 28), controlando el ritmo cardiaco y sabiendo que me queda un poquito más en piernas y pulmones; sin esa angustiosa sensación de flojera que te lleva al abandono y el ritmo cansino en las rampas duras mientras observas con impotencia cómo tus compañeros se alejan pendiente arriba.

Strava no miente y, en su condición de notario o Pepito Grillo particular, me ha regalado varios gratificantes Personal Best en las zonas habituales. E incluso he podido disfrutar en un encadenado Morcuera-Canencia admirando las vistas al tiempo que marcaba a un par de amigos que en condiciones normales siempre han andado más fuerte que yo sin llegar a penar, disfrutando de ser ciclista.

Pero más me ha sorprendido la mejora de los datos referidos a la carrera a pie, con unas pocas salidas en las que he pasado de alternar caminar y correr con la carrera. Para que te hagas una idea, en febrero toqué fondo. El nuevo umbral de lactato detectado se iba ya a un más que humilde 5’37” el kilómetro, con el corazón bombeando a 160 ppm. Curiosamente, los datos de VO2 max (47) me situaban en una cifra ilusionante comparado con el resto de corredores de mi edad. Pesaba entonces más de 92 kg y poco después llegó el confinamiento, el sedentarismo roto por el rodillo y ese trabajo de alta intensidad al que te llevan la rabia de una situación que no comprendes (el Covid y sus consecuencias), la necesidad de quemar energía y el “picarte” con los datos que ves en la pantalla de visualización de cadencia, potencia y ritmo cardiaco.

Volver a correr no fue fácil. Como nunca lo es. Pero sí excitante. Sensaciones de ir pesado, de ir dando zapatazos al suelo, de piernas rígidas, con unos talones que apenas se levantan… pero de nuevo los datos sorprenden... positivamente: mejoras detectadas en los umbrales de lactato, primero detectado a 5’25” y 159 pulsaciones y actualmente en 5'03" con el umbral en 162 latidos. Si la estimación de VO2 max es correcta, estoy en 50, en la zona superior del penúltimo nivel y el pronóstico de carrera que me anuncia me llevaría a ser capaz de mejorar mis registros en todas las distancias.

No me lo creo y no me veo con la disciplina para encarar un plan de entrenamiento y comprobar si podría bajar de los 21 minutos en un 5K, bajando o acercarme al 1h35 en el medio maratón. Tampoco importa. El refuerzo positivo que da esa pequeña computadora es importante; el mejor apoyo a algo que ya intuyes por tus sensaciones sólo o rodeado de los compañeros de grupeta.

Como imaginas, ahora mismo me siento motivado, con ganas de salir, con fuerza para vencer la pereza y levantarme sin abandonarme al cinco minutos más cuando suena el despertador antes de las 7 de la mañana y cumplir con ese mínimo de cuatro días de actividad que si bien no es mucho en términos de entrenamiento especializado sí lo es en términos de salud y mejora personal.

Conclusión: queda verificado que aquel viejo eslogan publicitario de “no pesan los años, pesan los kilos” no es un invento para vender agua embotellada sino algo tan cierto como una reflexión de un buen amigo que sostiene: “Un año más, un kilo menos para igualar el rendimiento”... o como que el triatlon no sólo es un deporte único; sino un deporte elevado al cubo, que vale por tres...