Está claro que si vienes del running tienes la técnica de carrera asimilada y es una gran ventaja.
Pero, atención, que realizar con solvencia y con el mayor ritmo posible el segmento final no depende únicamente de ser un buen corredor, sino también de ser un buen fondista, es decir, de saber hacer una correcta gestión energética y mental de una carrera a pie que se lleva a cabo con una importante fatiga previa acumulada de la natación y, sobre todo, de la bici.
Un error fundamental es intentar mantener en la planificación del entrenamiento el kilometraje al que estabas habituado cuando únicamente te dedicabas a correr. Seguramente, las horas que puedes dedicar a tu preparación son las mismas, con lo que tendrás que priorizar sesiones.
La clave es continuar haciendo trabajo específico de series a pie. Sin embargo, tendrás que sustituir los rodajes a ritmo más lento, el fondo propiamente dicho, por las tiradas largas de bici y/o los correspondientes entrenamientos en piscina. Además, en ambos casos, te vendrán bien a la hora de mitigar el impacto que conlleva la carrera.
En resumidas cuentas, tienes que usar y beneficiarte al máximo del entrenamiento cruzado para que el trabajo sobre la bici y en el agua contribuya al desarrollo de la carrera a pie.