En realidad, esto que se ha dado en llamar deporte-salud me vino dado de manera totalmente fortuita, y con el tiempo he aprendido que a eso se le llama serendipia, ya que sin buscarlo a priori, el deporte me fue dando otras cosas que yo mismo ni llegué a sospechar...
Cuando no hace más de diez años, pesaba casi 150 kg, fumaba un par de cajetillas de Ducados y comía 3 barras de pan diarias... en realidad no buscaba en el deporte nada más que “algo” que, siendo un castigo, un sacrificio, algo duro (ya que no había corrido nunca), me permitiera, en un primer momento una forma de bajar kilos y, en un momento ulterior, mantener ciertas licencias con la comida una vez logrado mi peso ideal. Como hacen otros muchos que se enganchan en esto del running, no buscaba más. Y entiendo que, a la vista de las fotos, como digo en el libro, es lo que más llama la atención; pero creedme que es mucho más espectacular “el otro cambio”.
Me puse manos a las obras, haciendo cacos y empecé por hacerme durante un año de mi vida el Forrest Gump de la Castellana, haciéndome todas las Liberty, NorteSur, CSIC, Aficiones, Ponle Frenos y todo lo que oliera a 10 km. De ahí pasamos, como buen TDAH (obsesivo e infinito que descubriría años después) a las medias maratones, y a llegar a plantearme de forma prematura mi primer maratón con apenas 20 meses de dar las primeras zancadas haciendo cacos con mi hermano.
La fiesta comenzaba, pues, con más de 50 carreras de 10 km, 27 medias y 8 maratones. Cuando las tiradas largas preparando marat nes se empezaban a hacer tediosas, y con la mirada puesta de reojo en el triatlón, necesitaba una bici que me valiera un poco para todo: para reconocer por donde iba a tirar la salida del domingo, y si no me convencía eso del “tri”, quedarme con algo de paseo, para usar con los niños al menos los fines de semana. Para ello, compré mi primera Giant TCX de CicloCross, mitad carretera, mitad campo (que el tendero me llegó a catalogar para hacer “el bombero torero” y con la que, cambiadas sus cubiertas off-road, realicé mis primeros media distancia).
De ahí al Triatlón, tan solo un paso, y más si en el camino conoces a alguien que te haga amar algo tanto como Maribel Blanco hizo conmigo. Comenzando como se inician las buenas casas, con cimientos sólidos, por muy maratoniano que me creyera, con triatlones sprint, muchos olímpicos y más medios aún, hasta llegar a afrontar la distancia que colmaba todas mis expectativas: el Ironman.
Aquí hemos llegado en poco menos de 8 años, con 22 triatlones “menores”, 18 medios, 8 Ironman (+3 LD), y que esperamos seguir teniendo salud para seguir sumando en los próximos años, pues el deporte también ha supuesto descubrir el ideal de vida, de querer llegar a muy mayor haciendo cosas que apasionan tanto como forma de seguir siempre vivo, tanto en lo profesional como en lo deportivo, no necesitando buscar la jubilación nunca en nada, si seguimos manteniendo esa pizca de pasión que necesitan todas las cosas que te propones.
Pero el colofón de verdad a todo este proceso vendría después, porque este camino me empezaba a mostrar los porqués y los huecos que el deporte estaba llenando en mi vida. A través de él tuve la fortuna de descubrir aquello que solo unos pocos entendían (y lo hacían porque tienen aún su “tara” por descubrir, ya que estoy convencido que todos los amantes de la LD la tenemos) y que otros criticaban, y como en tantas otras aficiones que tuve, se iban quedando en el camino, y que no era otra cosa que mi obsesión por el entrenamiento (y proyectada hacia el pasado, hacia otras muchas aficiones infinitas) que me permitían vivir algo con tanta entusiasmo, y que hasta ahora desconocía sus causas.
Ya con mi diagnóstico tardío del TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), pero con el deporte ya de mi lado, me ha servido como el mejor de los tratamientos, para encauzar el trastorno y ayudarme a organizar mi impulsividad, darme las herramientas necesarias para mi falta de atención, mi hiperactividad, mis múltiples ansiedades que explicaban tantas y tantas cosas... y lo que es más importante, hacerlo medio de vida, como forma de cambiar costumbres, creencias, hábitos que perduran aún con fuerza en mí, y que me han servido para encauzar y vertebrar muchas otras facetas de mi vida, incluida la profesional, ya que el deporte se convirtió sin pretenderlo en el canalizador principal, una vez diagnosticado el trastorno, para tener determinación de dejar algo que creía me hacia tan infeliz como la abogacía, después de 25 años ejerciendo.
Y con máximo empeño desde entonces en transmitir esa pasión por las cosas, primero en la creación de un proyecto de tienda deportiva que hiciera comunidad en torno al deporte, luego colaborando como asesor externo en consultorías deportivas como SportElse, convenciendo a grandes directivos de lo mucho que el deporte puede aportar aún en organizaciones y hasta en particulares, escribiendo un libro para transmitir todo este pensamiento y modo de vida a los demás.
IRON4LIFE: EL LIBRO DEL CAMINO DE RAFA A UNA NUEVA VIDA
Descubriendo a un TDAH, no pretende que nadie haga un maratón, un Ironman, ni siquiera un 10km. Leyendo sus líneas no lleva otra intención que la de fomentar este mensaje: el ánimo de intentar ayudar a gente que no encuentren el suficiente enganche en el deporte, intentándole hacer ver otros lados y beneficios de este. Lo tienes a la venta en www.rafuky.com. Me decidí aventurarme en el mismo cuando creo haber dejado el ego de tanta prueba atrás e intentar ayudar desde otro prisma a los demás, y no lleva otra pretensión que la de divulgar un mensaje entre gente que pueda estar necesitada de ello, por unas razones o por otras.