La de Héctor Catalá es una historia de continua adaptación a los problemas y obstáculos que la vida le ha ido poniendo. Siempre positivo, siempre feliz, siempre buscando mejorar en todo lo que hace. Natural de Serra (Valencia), Héctor nació hace 27 años (está a punto de cumplir 28) con síndrome de Best, una enfermedad degenerativa que afecta a la visión. Ciego de un ojo desde muy pequeñito, su visión en el otro es cada vez menor, apenas un 10% en la actualidad. “Se trata de una enfermedad muy rara, hereditaria y degenerativa –nos explica-, que afecta a una de las capas del ojo, el epitelio pigmentario”.
Lo normal es que la enfermedad de Best empiece a degenerar a partir de los 40-50 años, y que siendo joven solo se manifieste en una miopía. Pero su caso es excepcional: “En la última revisión, el oftalmólogo me dijo que en sus 35 años de experiencia profesional mi caso era el único que conocía que hubiera degenerado tanto con poco más de 20 años”. Tenía 24 cuando sus problemas de visión se agravaron de manera importante.
Héctor dedicó muchas horas de su juventud al deporte. “Empecé a nadar con 9 años, y estuve en un club de natación hasta los veintipocos. Allí aprendí la cultura del entrenamiento aunque no destacaba por ser un gran nadador. Cuando dejé la natación, cogí un poco de peso y empecé a correr. Jordi Jordá, quien me entrenó en natación y es mi actual entrenador de triatlón, me animó a probar en este deporte. Entonces tenía 21-22 años y empecé a hacer triatlones sin guía, en categoría normal”.
En estos años era frecuente su participación en triatlones por la zona de Valencia, finalizando incluso algún media distancia. Pronto se sintó fascinado por este deporte: “Me enganchó porque te ofrece la posibilidad de entrenar todos los días y de forma muy amena, al alternar disciplinas –comenta Héctor- Entonces era un triatleta popular más. No se me daba mal, pero tampoco al nivel que tengo ahora, porque no tenía el mismo grado de implicación. Tenía un buen nivel de natación, la bicicleta me encantaba y aunque la carrera no se me daba tan bien sentaí que había encontrado mi sitio en el mundo del deporte”.
Grave accidente
Pero todo cambió en 2013, año en que se agravan sus problemas de visión. Hasta ese momento, Héctor hacía vida practicamente normal, con un 70% de visión en un ojo… hasta que empezó a perderla rápidamente. Una salida en bicicleta fue el punto de inflexión. “Sabía que estaba perdiendo visión, pero no quería darle mucha importancia. Me apañaba solo, pero en una salida en bicicleta tuve un accidente bastante serio –recuerda-. No ví un pilón de hormigón y choqué contra él; partí el cuadro de carbono, perdí cinco dientes… fue un accidente grave. Ese fue el punto de inflexión para darme cuenta de que el problema podía ir a más”.
Semanas después, un oftalmólogo le confirmó que había perdido bastante visión y le recomendó ir a la ONCE. Así lo hizo, pese a sus reticencias iniciales: “Me ayudaron mucho –reconoce-. A nivel personal (porque allí pasé de ser un caso raro a ser uno más), a nivel profesional (estudié una ingeniería y ahora trabajo en el grupo empresarial de la ONCE), y a nivel deportivo, porque ellos me orientaron hacia el paratriatlón y me informaron sobre la figura del guía, que fue lo que más me costó aceptar, porque que alguien decida por tí no me acababa de gustar”. Pero no se resignaba a dejar de hacer triatlones y decidió probar: “El caso es que pronto fuimos a campeonatos de España y salió bien, luego me llamó la selección española… y la pelota fue creciendo hasta llegar a aquí. Pero de entrada fue algo muy natural porque estaba rodeado de las personas adecuadas”.
Con sólo 24 años, Héctor tuvo que reorganizar su vida y la manera de afrontar el deporte. Lejos de dramatismos, hace una reflexión cargada de positividad: “Claro que es duro cuando el médico te dice que la enfermedad evoluciona y te tienes que olvidar de hacer muchas cosas como conducir, ir en bicicleta solo... Pero recuerdo salir de aquella consulta y ver a una persona con parálisis cerebral. Entonces le dije a mi padre: “¿Tú crees que nos podemos quejar?”. Es cierto que tengo una vida un tanto peculiar, pero me apaño solo, vivo bien, hago lo que me gusta, y en ese momento tampoco pensaba que iba a cambiar tanto. Si me dicen en aquel momento que iba a perder la visión pero que iba a vivir todo esto, casi lo hubiera escogido”.
Inicios como paratriatleta
En 2014 Héctor empieza a competir como paratriatleta, dentro de la categoría PT5 (ciegos y deficientes visuales), con la idea de que un problema de salud no le impidiera seguir haciendo lo que más le gustaba. “Al principio fue más un reto de decir “esto no va a poder conmigo”, reconoce. La adaptación a nadar, montar en tándem y correr junto a un guía no le resultó fácil, aunque contó con la ayuda de muchas personas de su club, el Triesport Roquette de Benifaio, “que se volcaron conmigo”. Ese primer año tuvo siete guías: “Ninguno se podía comprometer a acompañarme toda la temporada, pero en cada prueba que iba tenía un guía”.
Vivió aquel año de manera relajada, sin ninguna ambición de resultados, con la única ilusión de seguir disfrutando del deporte. Pese a ello, le sorprendió verse pronto entre los mejores. “Venía de hacer triatlón popular a un nivel medio y de repente me vi haciendo buenos resultados, podios en campeonatos de España, e incluso fui a la selección española a finales de 2014”. Al año siguiente, ya empieza a correr con un guía fijo, Roberto Bravo, amigo de la infancia, quien se implica mucho en su proyecto deportivo y le plantea la posibilidad de hacer más pruebas internacionales. “Casi sin querer nos quedamos rozando el podio en varias pruebas de Series Mundiales, nos clasificamos para el Campeonato de Europa, fuimos al Mundial de Chicago, donde acabamos séptimos… En 2015 es cuando me doy cuenta de que podía ser muy competitivo en el paratriatlón”, comenta.
Entonces trabajaba ocho horas [trabaja como ingeniero de procesos en Ilunion, el grupo empresarial de la ONCE] y entrenaba en sus ratos libres: “Tenía entrenador, pero no era algo tan profesional como lo de este año. La empresa se ha portado muy bien conmigo y ahora tengo una jornada reducida que me permite doblar y triplicar entrenamientos casi todos los días, y hacer un trabajo mucho más intenso y profesional con mi entrenador, Jordi Jordá”. Así, los éxitos se han multiplicado, gracias también a su guía de este año, el ciclista Luis Javier Castellanos, “Insu”, para quien Héctor sólo tiene palabras de agradecimiento: “Es impresionante que una persona de su nivel te busque y te diga: “Quiero que tus ambiciones deportivas sean las mías”. Él podría estar ganando triatlones por su cuenta, y renuncia a eso para poder competir conmigo. Tener un guía como “Insu” te da alas para saber que los resultados dependen de tí, porque él nunca te va a fallar”.
Éxitos y futuros retos
En la actualidad Héctor entrena dos o tres veces al día, “unas 17-18 sesiones semanales, que se traducen en 20-25 horas de entrenamiento a la semana”, nos cuenta. Todas las competiciones oficiales en paratriatlón se disputan sobre distancia sprint (750m/20/5 km), con la particularidad de que no está permitido el drafting: “Al ser distancia sprint tampoco hace falta entrenar muchas más horas, pero siempre hay que meter calidad, muchas series… son entrenamientos cañeros”. Debido a sus problemas de visión, el entrenamiento en bici lo tiene que hacer casi exclusivamente sobre rodillo: “donde me pego buenas palizas de más de 3 horas. Algún día puedo salir en el tándem con mi hermano, o entrenar con Insu cuando subo a Madrid, pero son los menos”. Y la carrera a pie la entrena en cinta o en una pista de atletismo: “Estoy en un club de Bétera, y allí tengo a un grupo de 3 ó 4 personas que me marcan el ritmo y me ayudan con el entrenamiento; la verdad es que se vuelcan conmigo”.
Esta profesionalización de su entrenamiento y contar con un guía del nivel de “Insu” ha hecho que sus resultados mejoren mucho este año… Subcampeón de varias pruebas de Series Mundiales, Campeón de España de Acuatlón y de Duatlón, Campeón de Europa en Lisboa… y este fin de semana afrontan con ilusión el Campeonato del Mundo de Duatlón en Avilés. Aunque reconoce que cada carrera tiens algo de especial, la de Lisboa ha sido su mejor carrera hasta la fecha, “porque fue una victoria muy reñida, con muchísimo nivel, y donde mejor rendimiento he dado. Pero confío en que haya sido la mejor hasta la próxima. Mi filosofía es afrontar cada carrera como si fuera la última”. Uno de sus grandes objetivos del año está fijado para el 24 de Julio en Rotterdam, donde afrontarán el Mundial “con el objetivo de hacerlo lo mejor posible. Si pensábamos que el título europeo era inalcanzable, el resultado y nuestro rendimiento nos han hecho ver que no era así. A Rotterdam vamos a por todas”.
Y a más largo plazo sigue intacto su sueño olímpico, pese a que no podrá participar en Río 2016: “Es el debut del triatlón en los Juegos Paralímpicos, y es habitual que cuando un deporte empieza como olímpico no lo haga con todas las categorías. Este año van tres categorías de chicos y otras tres de chicas, y por ejemplo las chicas de mi categoría (PT5) sí que van pero los chicos no. Es una decisión que ya sabíamos desde hace dos años. Pero todo parece indicar que para Tokio 2020 nuestra categoría, y otras más, pueden entrar, porque es una categoría muy reñida y espectacular por los tándems. Por mi parte sigue en pie el sueño olímpico. Ir a unos JJOO y pelear por una medalla tiene que ser la leche”.
Para finalizar nuestra conversación, le preguntamos a Héctor qué le ha aportado el triatlón en estos años en que ha tenido que adaptarse a unas circunstancias no siempre fáciles: “Lo que me ha dado es mucha fuerza, y no solamente para el deporte. Me considero un poco rebelde y un luchador. Cuando me levanto cada mañana sé que voy a tener un montón de problemas y adversidades con cosas rutinarias, y el triatlón, al tener que entrenar tanto, te da una capacidad de sufrimiento extra, de ser un luchador. Pero no me considero un ejemplo de nada; esto está muy bien pero hay cosas más importantes en la vida que triunfar en el deporte. Sigo con los pies en el suelo, porque al final sigo siendo un chico de Serra que hace deporte y que vive su día a día de forma natural y normal”. Como él mismo dice: “La discapacidad no significa no poder hacer algo. Simplemente que lo tenemos que hacer de otra forma”.