Con sólo nueve años, a Fabio Rigueira le diagnosticaron osteosarcoma, un tipo de cáncer óseo muy poco común y que suele tener mayor incidencia en niños y adolescentes. Las fuertes sesiones de quimioterapia no funcionaron y le tuvieron que amputar la pierna. "En aquella época, los métodos no eran tan avanzados. Entonces, se decantaron por la amputación de la pierna izquierda para que el cáncer no se extendiera hacia otros órganos. Seguí con el tratamiento incluso después de la cirugía", recuerda Fabio en vivabem.uol.com.br.
Casi tres años después de la operación, le detectaron metástasis en el pulmón derecho. Perdió las dos terceras partes del órgano: "Lo que me fortalecía en aquel momento era el poder de ser niño, era más feliz de lo que muchas personas podrían serlo en esa situación"
"Por el momento que estaba viviendo, mi padre intentaba que me olvidara del dolor de la mejor manera posible y cada año me regalaba una bici nueva", cuenta Fabio. Las que desechaba se las quedaba su tío, que era aficionado al ciclismo y que terminó haciéndose triatleta. Fabio fue el siguiente: "Con 20 años empecé a entrenar con él. Empecé con la natación y en dos o tres años conseguí algunos títulos, como el de subcampeón de Gran Salvador. Son 14 km de nado en línea recta en el mar".
Poco a poco, las distancias de las salidas con la bici también iban subiendo. "Incluso sin darme cuenta, ya estaba en el camino del triatlón, pero cuando surgió el sueño de realmente completar una prueba, me surgió la duda de cómo haría la carrera a pie", explica. El paratleta nunca logró adaptarse a la prótesis, y por eso, usa las muletas: "Con la prótesis, empecé a perder la libertad, pasé a sentir mucho dolor".
Un amigo le sugirió que participara en un equipo de fútbol de amputados. A pesar de no ser su deporte favorito, quiso ayudar: "Yo iba por amistad, pero acabé entrando en el campo en algunos partidos. Ahí me di cuenta de que conseguía correr y sólo necesitaba un entrenamiento específico".
Después de completar algunas pruebas de triatlón, a los 45 años, Fábio encaró seis meses de entrenamiento exigente y la temporada pasada se convirtió en finisher del Ironman Florianópolis (Brasil) y en el primer brasileño que lo hacía usando muletas. Tardó 14h46'43" (1h04' en la natación; 6h59' en la bici; y 6h19' en la carrera a pie).
Y este mismo domingo ha repetido la hazaña, de nuevo en Florianópolis, pero bajando su marca personal casi una hora. Ha cubierto la prueba en 13h56'12" (1h07' en la natación; 6h40' en la bici y 5h50' en la carrera a pie): "Significa que en la vida la gente logra realizar cualquier sueño, sí, basta saber lo que quiere y creer en sí mismo"...
Uno de los primeros en rendirse ante la proeza de Fabio ha sido el triatleta estadounidense Jesse Thomas. El ganador del Ironman de Lanzarote en 2016 está usando muletas debido a una fractura en el pie y hace poco corrió 5 kilómetros con ellas. "Corrí sólo 5 km y acabé destruido. Imagínate 42... después de nadar y montar en bici... ¡Bestial! ¡Felicidades Fabio!", ha comentado Thomas en las redes sociales...