Correr en bajada, subida, mixto o llano: así afecta a tu cuerpo

Descensos, ascensos, perfiles sube-baja y llanos: cuatro escenarios de carrera que exigen respuestas fisiológicas muy distintas.

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Una misma persona no corre igual en bajada, subida, terreno mixto o llano.

No todas las zancadas son iguales. El mismo corredor, con la misma preparación, no rinde ni siente lo mismo en una carrera cuesta abajo, en una subida pronunciada, en un perfil de toboganes o en una ruta completamente plana. Cada escenario modifica la forma en que los músculos trabajan, las articulaciones absorben impacto y el corazón bombea sangre. Mientras las bajadas esconden un reto muscular disfrazado de facilidad, las subidas exprimen al máximo la resistencia cardiovascular. Los recorridos mixtos, con constantes cambios de ritmo, ponen a prueba la capacidad de adaptación. Y el llano, aunque parezca neutro, exige eficiencia y constancia para rendir al máximo. Entender estas diferencias es fundamental para entrenar de manera específica y llegar entero a la meta.

Bajadas: la trampa de la gravedad

Correr cuesta abajo parece sencillo: la gravedad empuja y los ritmos bajan solos. Pero fisiológicamente, es el escenario más duro para los cuádriceps, que trabajan en contracción excéntrica, es decir, se alargan mientras soportan el peso del cuerpo y frenan la caída.

  • Este tipo de contracción genera más microlesiones musculares que las contracciones concéntricas (como en la subida).
  • Los impactos articulares aumentan: rodillas, caderas y tobillos reciben hasta un 30 % más de carga que en llano, según Journal of Applied Physiology.
  • El corazón trabaja menos: la frecuencia cardíaca desciende en comparación con un esfuerzo llano o ascendente, pero eso no significa menos desgaste.

Consecuencia: más riesgo de agujetas, molestias en rodillas y sobrecarga muscular, pese a la aparente facilidad.

Subidas: el laboratorio de la resistencia

En cambio, al subir, el esfuerzo se traslada al sistema cardiovascular. La pendiente incrementa el gasto de oxígeno y acelera la frecuencia cardíaca.

  • Los músculos protagonistas son glúteos, isquiotibiales, gemelos y core, que impulsan el cuerpo contra la gravedad.
  • El patrón muscular es de contracción concéntrica, más eficiente para fortalecer y con menor riesgo de microlesiones que la excéntrica.
  • El ritmo se reduce drásticamente: mantener velocidad en subida exige un coste energético desproporcionado.

Consecuencia: gran estímulo para mejorar la capacidad aeróbica y la fuerza, pero riesgo de agotamiento prematuro si no se regula la intensidad.

Subidas y bajadas: la montaña rusa fisiológica

Un perfil de toboganes, con constantes cambios de dirección, multiplica la exigencia. Aquí el corredor alterna dos escenarios opuestos:

  • En subida, el corazón y los pulmones van al límite.
  • En bajada, los cuádriceps actúan de freno y las articulaciones absorben más impacto.

Este vaivén obliga a una gestión táctica muy diferente al llano:

  • Dosificar esfuerzos en las subidas para no vaciarse.
  • Controlar el ímpetu en las bajadas para no dañar los cuádriceps.
  • Adaptarse muscular y mentalmente a ritmos cambiantes.

Consecuencia: carrera más completa y dura, que exige tanto al sistema cardiovascular como al musculoesquelético.

Llano: la geometría de la constancia

En una ruta plana, el esfuerzo se reparte de forma equilibrada:

  • Los músculos trabajan en un patrón cíclico y estable.
  • Los impactos articulares son regulares y menos agresivos.
  • El corazón mantiene una frecuencia cardíaca sostenida, lo que favorece la eficiencia energética.

El llano no ofrece la espectacularidad de las pendientes, pero es donde se mide de verdad la economía de carrera. Permite buscar marca personal y comprobar el nivel de resistencia sin factores externos.

Consecuencia: terreno ideal para ritmos controlados y entrenamientos de calidad, con menor desgaste muscular.

Cuatro escenarios, cuatro corredores

La misma persona corre distinta según el terreno. Las bajadas son rápidas pero traicioneras para músculos y rodillas. Las subidas construyen potencia y capacidad pulmonar, aunque al precio de un esfuerzo brutal. Los perfiles mixtos desafían la gestión táctica y convierten la carrera en un pulso constante con el cuerpo. Y el llano premia la eficiencia, la técnica y la regularidad. Entrenar con inteligencia implica preparar cada escenario, porque la gravedad, a favor o en contra, nunca es neutral.