La verdad es real, se puede medir y ocurre en el tiempo. Hay una frase que dice: “La verdad no está en el ojo del observador” y se puede aplicar en multitud de ocasiones.
Hay hechos que no cambian si el observador no cree en ellos: la altura de la torre Eiffel, la temperatura que hace hoy en Madrid o el número de personas que hay en el ascensor.
Sin embargo, también hay resultados que pueden cambiar si creemos en el hecho o no: la diversión en una cena familiar, la respuesta a un tratamiento médico o el resultado de la próxima entrevista de trabajo.
Si tu crees que este vino sabe mejor que este otro, probablemente sea así. Si crees que vas a tener un estupendo día en el trabajo, seguramente esto ayude a que suceda. Los placebos funcionan y está demostrado.
Pero a veces (muchas) cometemos un error. Y es cuando creemos que un hecho es una verdad cuando en realidad lo que creamos sobre ese hecho tiene un efecto enorme en lo que va a suceder.
Pongo un ejemplo…
Últimamente escucho mucho la expresión “esta bici o estas ruedas son mucho más cómodas que estas otras y van a mejorar tu rendimiento y ayudarte a ser más rápido”.
La “comodidad” no es una magnitud que se pueda medir, no tiene unidad de medida y, por tanto, la predisposición que tengamos antes de probar esa bici o esas ruedas y que creamos que son realmente cómodas va a tener un efecto enorme en el resultado final.
Al mismo tiempo otras veces (también muchas) cometemos otro error cuando confundimos nuestras creencias y sensaciones con la realidad.
Un ejemplo de esto último son las personas que inflan sus neumáticos al máximo de la presión recomendada por el fabricante porque les hace sentir que van más rápidos.
Un neumático a 140psi puede hacer sentir que se va más rápido que inflado a 90psi, pero la realidad es que no te está haciendo ir más rápido (un Ford Fiesta del 95 con 60cv te puede hacer sentir que vas más rápido que un Audi A6 Avant de 320cv aunque los dos vayan a 120 km/h).
Si subimos un puerto de 10 kilómetros con una bici súper rígida de 9kg y con otra que no sea tan rígida pero de 7kg (manteniendo el resto de variables idénticas) sin saber cuál de las bicis es cada una ni el tiempo que hemos empleado en la subida, seguramente diremos que la subida más rápida ha sido con la bici súper rígida de 9kg cuando la realidad es que con la otra hemos hecho mejor tiempo.
Conclusión
Cuando vayamos a cambiar de material si nuestra prioridad es el rendimiento, sin entrar en cuestiones de gustos y estética:
-Cree y confía en los datos de los fabricantes: “la verdad no está en el ojo del observador”
-Analiza la información y los datos de los fabricante: aprende a interpretar esa información.
-Realiza tu elección en base a tus necesidades
-Consulta con un profesional si no estas seguro: más rígido no siempre es mejor, más ligero no siempre es mejor, más aero no siempre es mejor, etc.
-Saca tus propias conclusiones con los datos a los que tengas acceso (potencia vs velocidad, pulso vs velocidad)
-Disfruta SIEMPRE de tu material