El ex atleta Josep Marín (El Prat de Llobregat, 1950) es uno de los históricos de la marcha española: subcampeón del mundo de 50 km y dos veces campeón de Europa, participó en cuatro JJOO entre 1980 y 1992. Desde hace dos años practica triatlón con resultados espectaculares. Hizo 10h40´en el IM Barcelona y, a sus 66 años, ha conseguido el slot para el Mundial IM de Kona 2017.
¿Desde cuándo haces triatlón y por qué empezaste a practicarlo?
Desde hace dos años. Empecé a raíz de que muriera mi esposa tras una corta pero fulminante enfermedad. Después de estar 15 meses cuidándola, me encontré con que no sabía ni qué hacer, porque ya estaba jubilado. Empecé a salir en bicicleta de montaña, a correr con cierta frecuencia (aunque tuve algunos problemas de tendinitis en el Aquiles)…
Además, mi hijo Marc hacía triatlón, y esa fue otra de las causas por las que empecé a practicarlo, en el otoño de 2014, para acompañarle y llenar el tiempo. Debuté en abril de 2015 en el Half de Peñíscola. Apenas había entrenado la natación, me acababa de comprar la bici de carretera… pero me salió bastante buena; hice 5h14´y gané en mi categoría. A partir de ahí empecé a competir un poco más; en julio fui al Triathlon Alpe D´Huez, que me encantó y también me salió bien, y para 2016 ya me puse como reto hacer un Ironman, debutando en Frankfurt en julio.
Allí marcaste 11:43:13 (2º en GE 65-69), un buen resultado para ser tu debut IM.
Pero la carrera me salió mal. No calculé que hacía mucho aire y salí con demasiado perfil en la rueda delantera (80 mm); el viento me dominaba en algunas zonas del circuito. En el km 140 empezó a llover mucho, bajó la temperatura, y no paraba de temblar con hipotermia. En la última bajada no iba ni a 15km/h, todo el rato frenando, con mucho miedo; pensaba que no acabaría. Pero me recuperé en la carrera a pie y pude terminar más o menos bien. El esfuerzo mental que hice para acabar me dio ánimos, porque pensé “si he podido con esto, voy a poder con más cosas”.
Y dos meses después el IM Barcelona, donde marcas 10:40:49.
Preparé Barcelona porque mi hijo se clasificó en Frankfurt para Kona. Era también su primer Ironman, hizo 9h10´y consiguió plaza para Hawái en GE 40-44, así que entrené todo el verano con él.
En Barcelona todo me salió muy bien, sobre todo la natación, que es lo que llevo más justito, y la carrera a pie (3h55´), que es mi punto fuerte pero es lo que menos entreno. Vengo de la marcha y al principio tuve problemas de adaptación a la carrera; estuve un año con problemas de tendinitis, gemelos, sóleos… Pero saliendo muy cansado de la T2 -porque hago la bicicleta a tope-, soy capaz de mantener un ritmo importante corriendo. Y sobre la bicicleta tampoco me defiendo mal; en Barcelona, en un circuito con alguna subida, hice una media de 34 km/h.
Tu progresión en el triatlón ha sido muy rápida. ¿Practicabas ciclismo y natación antes de empezar en el triatlón?
No, nada. De hecho, las primeras veces que fui a la piscina me veía absolutamente incapaz de nadar grandes distancias; me cansaba muy rápido. Pero un día probé el neopreno de mi hijo, y pensé “esto ya es otra historia”; es una gran ayuda para los que no somos buenos nadadores.
Y ciclismo tampoco había entrenado. Tenía una bici de montaña, con la que acompañaba a los marchadores que entreno, y con esa empecé a entrenar, hasta que me compré una de carretera, de segunda mano, a principios de 2015. Al principio me veía muy inseguro y no sabía ir en grupo. Cuando salía a rodar con la gente de nuestro club, Triatló Jovent 79, me quedaba a 10 metros del último porque tenía miedo de frenar y no podía cogerme abajo. En una bicicletada que hice acabé destrozado por no haber bebido, porque me daba miedo hasta soltarme de una mano para beber. Pero al igual que dominarla me ha costado más, desde el principio se me ha dado bien el rendimiento sobre la bici.
¿Esperabas conseguir estos buenos resultados en tan poco tiempo?
Nunca me he puesto objetivos de marca. Para mí lo importante es poder hacer triatlón; nadar, salir en bicicleta y correr, a mi edad es una suerte, y simplemente disfruto de poderlo hacer. Pero también tengo espíritu competitivo, claro, e intento hacerlo lo mejor posible. Realmente no entreno mucho, unas dos horas al día. Suelo hacer tres sesiones semanales de natación, una en el mar y dos en piscina, tres sesiones de bicicleta de carretera y dos en bici estática o rodillo, y corro dos días. Y también entreno en gimnasio, al menos tres veces a la semana. No entreno tanto para hacer un IM, pero luego en competición me pongo y aunque llegue destrozado a la T2 me digo, “ya solo me quedan 42 km”.
¿Tienes entrenador o te entrenas tú mismo?
Yo tengo experiencia porque soy entrenador desde hace mucho. He estado 24 años en la Federación de Atletismo (RFEA) como responsable nacional de marcha y entrenador en el CAR de San Cugat, y continuo entrenando a las dos mejores marchadoras españolas, Raquel González y Beatriz Pascual. En natación sí tengo un entrenador, porque estoy pez a nivel técnico, pero la planificación general de mi entrenamiento, y el de mi hijo, la llevo yo. En mi caso no fuerzo mucho, porque creo que es más importante no tener problemas que querer mejorar rápido. Sigo un plan muy parecido todo el año, y solamente para preparar los IM alargo un poco los entrenamientos de bicicleta y carrera.
Has conseguido slot para Kona 2017, donde podrías tener opciones de vencer en tu Grupo de Edad (este año se ganó con 11h23´). ¿Cómo lo afrontarás?
Los tiempos de otras pruebas no son comparables con los de Kona. Además, en mi Grupo de Edad hay varios con marcas parecidas o mejores que las mías que no estuvieron este año en Hawái: el francés Yves Tabarant, que lleva ganando todos los GE desde hace mucho, el alemán Anton Reilhofer, que me aventajó en 50´en Frankfurt... Me hace mucha ilusión competir en Kona, y más tras estar este año acompañando a mi hijo y ver todo el montaje; es impresionante. Pero lo voy a preparar igual que cualquier otro Ironman, porque forzar la máquina a estas alturas sólo me puede llevar a la lesión. Hasta entonces intentaré fortalecer en el gimnasio y mejorar la natación y en la bici. En Kona la bicicleta es muy dura, y si sopla el aire -casi siempre lo hace- aún más; y la carrera a pie se hace en las horas centrales del día con muchísimo calor. Lo mejor es que da gusto nadar en Kailua, por la temperatura del agua (parece que ponen el termostato) y porque estás entretenido viendo los peces de todos los colores. Iré a disfrutarlo todo lo que pueda.
¿Qué es lo que más te gusta del triatlón y qué aporta a tu vida?
Me gusta que al ser tres especialidades puedes combinarlas y no se hace tan duro el entrenamiento. En competición sí tiene su dureza, sobre todo los kilómetros finales de la bici y el maratón, pero el entrenamiento diario no me resulta duro; puedes hacer grandes cargas de trabajo sin problemas musculares ni lesiones. Y personalmente me llena mucho el tiempo; ayudo con los nietos, pero si no fuera por el triatlón me tendría que buscar otro “hobbie” porque no puedo estar sin hacer nada.
¿Sientes la misma responsabilidad y nervios ante un Ironman que cuando competías en un gran campeonato de marcha?
No, a nivel competitivo no tengo presión, lo afronto con normalidad, pero me estresan mucho todos los preparativos de material y el tema de las transiciones, porque todavía soy un novato y es un tema complejo. También me estresan las salidas masivas en el agua.
En algunas pruebas hay salidas por tandas, que a mí me va bien, pero en otras no. En Alpe D´Huez me puse a nadar, me pasaron 2.000 por encima y pensaba que me ahogaba. Me dio un ataque de ansiedad y tuve que parar. Eso es lo que más me preocupa; pero los esfuerzos y la presión por la clasificación, no. Sales a hacer tu prueba lo mejor posible y nada más.