La proeza de Tony: 5 Campeonatos Continentales Ironman, en 3 meses

Es el primer triatleta del mundo en hacerlo; en octubre también estará en el Mundial Ironman de Kona.

La proeza de Tony: 5 Campeonatos Continentales Ironman, en 3 meses
La proeza de Tony: 5 Campeonatos Continentales Ironman, en 3 meses

El pasado 9 de Julio en el Campeonato de Europa Ironman en Frankfurt (Alemania), el valenciano Antonio Romero cruzaba la línea de meta… No era para él su debut en la larga distancia. De hecho, ésta era la decimotercera vez que conseguía terminar tan exigente prueba.

¿Qué tenía de especial, pues, ese día para alguien que ha logrado más de una docena de veces acabar un triatlón distancia Ironman? Muy sencillo… Esa jornada, sin mucho ruido y sin saberlo prácticamente nadie, este doctor valenciano, más famoso por sus logros profesionales y académicos en el campo del Dolor Orofacial que por los deportivos, se convertía en la primera persona del mundo en completar los 5 Campeonatos Continentales de Ironman… ¡el mismo año! (South Africa, North America, South America, Asia-Pacific, Europe).

Dicho así, parece una auténtica locura. Todos sabemos que el periodo de recuperación necesario obliga a no hacer más de dos pruebas de este tipo el mismo año. Pues bien, el caso es que exactamente no eran 5 Ironman en un año sino que fueron 5 Ironman en ¡3 meses y 1 semana!. Ese fue el tiempo que transcurrió entre el primero en Port Elisabeth (Sudáfrica, el 2 abril) y el último en la ciudad alemana de Frankfurt (9 de julio). Un reto impresionante, o más bien una auténtica locura.

Sin embargo, para este doctor de profesión y triatleta por pasión, el reto era realmente otro, algo que se alejaba un poco de lo estrictamente deportivo: recoger fondos para diferentes ONG que desarrollan su labor en el continente donde se iba a realizar la prueba. Así, poco a poco, fue contactando con diferentes ONG a las que ofreció su apoyo y fue recogiendo fondos para cada una de las pruebas utilizando sus contactos personales y profesionales. De este modo, organizaciones como la ONG LLevant en Marxa, Save the Children, Tour de Cure o la Fundación Aladina, recogieron los frutos de su esfuerzo. Sus mayores preocupaciones son la lucha contra el cáncer y la ayuda a los más desfavorecidos y desprotegidos de entrada, es decir, la infancia. Allí es donde Tony (como le gusta que se le llame) Romero ha centrado todas sus fuerzas.

Según sus propias palabras, la experiencia ha resultado un torbellino de sensaciones y fue una especie de huida hacia adelante después de un inicio de año nefasto desde el punto de vista personal. La pérdida de sus dos tíos más queridos en un periodo de 10 días por cáncer (algo desgraciadamente bastante frecuente en su familia), resultó bastante traumática, lo cual unido a otros problemas le sumió en un estado de shock personal del cual sabía muy bien cómo escapar: uniendo sus grandes pasiones, el deporte y la ayuda a los demás. Encontró en este reto un modo de mantener la cabeza ocupada y, como dice uno de los stickers de su maleta de viaje: “Ironman is cheaper than therapy”.

“Cuando la gente me pregunta cómo he hecho y qué he hecho concretamente para entrenar para este reto les cuento la verdad. No he entrenado demasiado. Y esto puede que no sea una recomendación muy sensata viniendo de un Ironman Certified Coach. He centrado más mis esfuerzos en recuperar entre uno y otro porque de Sudáfrica viene ya lesionado y la siguiente prueba era en 3 semanas. Hubo veces que tan sólo nadaba, hacía yoga y estiramientos y mucha fisioterapia. Tengo la suerte de tener dos fisioterapeutas a mi disposición en mi consulta que me han ayudado lo indecible a recuperar y he centrado toda mi atención en intentar dormir bien y mucho, en realizar ajustes en mi alimentación basados en la epigenética y en intentar llegar al siguiente reto en las mejores condiciones posible para acabarlo.

No ha sido fácil porque entre prueba y prueba muchas veces tenía que viajar a Australia o USA por motivos profesionales para impartir alguna conferencia o asistir a algún congreso, lo cual ha hecho que mis entrenamientos y mi recuperación dependieran también de todo ese ritmo frenético que he llevado durante los 6 primeros meses del año. Puro encaje de bolillos. Además, el hecho de viajar solo, con la única compañía de una maleta, una bicicleta y el ordenador para poder trabajar en el hotel o en el avión, convierten cada viaje en algo más duro si cabe”.

¿Una anécdota?

“Cuando me fui a apuntar al Ironman de Florianópolis, no me había dado cuenta de que estaba sold out, así que después de plantearme el reto ya no era posible llevarlo a cabo, ¡después incluso de haber terminado las dos primeras pruebas! Tuve la suerte de encontrar por el camino a Ken Glah de Endurance Sport Travels que me consiguió el slot contratando el paquete de estancia con ellos y así pude continuar con el reto. El Ironman de Brasil fue el más caótico. Un muy buen amigo, aprovechando que iba a su ciudad, me lio para dar una charlita y así nada más bajar del avión me duché y sin descansar del largo viaje estuve impartiendo una conferencia sobre dolor y sueño en un hospital de Florianópolis. El día siguiente era el check-in y se pasó todo el día lloviendo. El día del Ironman fue un desastre de climatología y de logística. Tampoco paró de diluviar. Los propios voluntarios no sabían dónde estaban las bolsas de necesidades especiales y en un bache habían volado por el aire todos mis geles. Me pasé hasta el kilómetro 140 de la bici a base de bananas, agua e isotónica. Algo parecido pasó en el maratón y, aun así, mejoré mis tiempos de Sudáfrica y Norteamérica. A la vuelta tuve un problema con la facturación de la bicicleta por un retraso en la conexión y me tenía que quedar un día más allí. ¡Imposible! Mañana tengo pacientes citados. Al final conseguí meterme en el avión y que la bici volara el día siguiente, pero fueron momentos de mucha tensión porque me veía un día más haciendo el canelo en el aeropuerto de Sao Paulo”.

¿Qué es lo que más te ha gustado?

“Me gustó mucho el recorrido en bici de Sudáfrica y el maratón del Ironman de Norteamérica en Texas. Es simplemente un espectáculo que no hay que perderse en la vida. Te pasas el rato riéndote con la imaginación que le echan los yanquis a la hora de animar. Estaciones de avituallamiento temáticas, gente disfrazada y muy cachonda cada dos km que te hacen más llevadero el sufrimiento. Allí tuve que correr la prueba con una bici alquilada porque llevar mi Argon 18 resultaba prohibitivo desde el punto de vista económico. No me fue mal del todo”.

¿El peor momento?

“En Australia lo pasé verdaderamente mal y terminé los últimos 15 km andando sin poder apoyar casi el pie en el suelo. Pero por mis huevos que terminé. Y después, dos días en cama en el hotel con una diarrea tremenda.  Completamente solo”.

En Frankfurt, el último reto, se produjo un calco de la situación de dos años antes. Curiosamente, el que consideraba mi mejor victoria en un Ironman era el único de los que no había conseguido acabar hasta entonces. Es duro retirarte a 15 km de la meta, pero cuando hace 40 grados y ya has vomitado 10 veces es sin duda lo más sensato. Mi gran triunfo hasta entonces. Este año, “tan sólo” 35 grados durante el maratón con un grado de humedad muy elevado y a vueltas con los vómitos a partir del kilómetro 25. Sin embargo, la experiencia del 2015 –mantener la cabeza fría, ducharme literalmente entero con agua helada cada 2 km y tener la certeza de que esta vez no puedes arrojar la toalla– me permitió completar el reto. E incluso hacer ese día la mejor marca de los cinco”.

¿Una inspiración?

“Sin duda mi padre. Ha vencido a 3 tipos de cáncer diferentes en su vida. Recuerdo perfectamente cuando le dieron 3 meses de vida y decidió que no iba a dejarse intimidar y se fue a trabajar para ayudar a mantener a sus 6 hijos. Más de 25 años después sigue sin arrojar la toalla y esa impronta “casi genética” del no rendirse bajo ninguna condición me da sin duda una fuerza mental extra que es clave para alguien que, como yo, no persigue una marca sino simplemente terminar la prueba”. 

Ahora, sin planteárselo siquiera al comenzar la temporada, Antonio Romero tiene enfrente otro gran reto. Ironman le ha ofrecido participar este mismo año en el mítico Ironman de Hawaii en Kona recogiendo fondos para la ONG americana Save the Children.

“Me lo he tenido que pensar muy mucho pues psicológicamente estaba fundido y no me quería dejar las cervecitas y empezar a cuidarme otra vez, pero estas oportunidades, para alguien como yo, sólo se presentan una vez en la vida y, ¡qué carajo!, vamos a ello. Pienso en toda la gente que se mata a entrenar para poder estar allí y yo, que con acabar me conformo, tengo la posibilidad de estar en la línea de salida y vivir esa experiencia. No puedo decir que no. Más de uno me daría una paliza si lo hiciera”.