Al final, la treta no le va a salir demasiado cara a Cyril Fontayne. Por llevar y usar un motor oculto en su bici durante una carrera que se celebró Saint-Michel-de-Double, cerca de Burdeos, el pasado 1 de octubre, el ciclista amateur francés de 43 años tendrá que pagar un euro de multa y cumplir 60 horas de servicios comunitarios.
Es la sentencia dictaminada este martes por el tribunal correccional de Périgueux que ha llevado el caso y que ha terminado declarándole culpable de dopaje tecnológico.
Fontayne ya se había declarado culpable y recibió una sanción de cinco años por parte de la Federación Francesa de Ciclismo en diciembre. Además, la agencia de noticias AFP ha informado de que también se declaró culpable ante el tribunal.
Aparte del pago simbólico de un euro a la Federación, Fontayne deberá abonar otros 88 al club de ciclismo Créon-d'Armagnac, organizador de la prueba en la que cometió la infracción.
"Hemos demostrado que hacer trampa durante una carrera puede conducir a una condena por fraude", ha comentado el ex ciclista Christophe Bassons, que ahora trabaja para la Agencia Antidopaje Francesa y que participó en el desenmascaramiento de Fontayne.
El fraude fue descubierto el 1 de octubre en una carrera para veteranos y juveniles con sólo 16 ciclistas. Aunque Fontayne ya estaba siendo vigilado por la Agencia Antidopaje Francesa después de levantar las sospechas de sus rivales en las semanas previas a la prueba.
Según los informes, compró el motor rudimentario en un sitio web francés (al parecer, vende entre 20 y 30 motores al mes) y lo adaptó a un cuadro que compró en China. Fontayne declaró que había comenzado a usar el motor después de sufrir una hernia de disco a principios de 2017.
"No vendo drogas y no he matado a un niño. Sólo he puesto un motor en mi bicicleta. Serviré de ejemplo, pero creo que le irá bien al ciclismo porque no soy el único que lo hace", dijo a France Bleu Fontayne en octubre.
Fontayne fue el segundo caso detectado de dopaje tecnológico en el ciclismo aficionado en 2017. Otro ciclista italiano también usó un dispositivo similar durante una carrera cerca de Brescia.
El caso probado más notable de dopaje tecnológico es el de la ciclista belga de ciclocross Femke Van den Driessche, que fue sorprendida con un motor escondido en su bicicleta en el Campeonato Mundial de Ciclocross 2016. La infracción le costó 6 años de suspensión.